Narcea, Cares o Eo. Que los nombres de las calles responden a las denominaciones de la cuenca hidrográfica astur no es mera cuestión del destino. Explica la CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD, CARMEN RUIZ-TILVE, que es porque el barrio se asienta sobre una red de ríos y pequeños afluentes. El cauce fluvial que circula bajo los terrenos los convierte en inestables. Bien lo saben los vecinos que vieron en 1998 como sus casas se derrumbaban. En el suceso intervinieron más agentes, pero la calidad del suelo fue determinante.
El agua que circula por la tierra beneficiaba en sus orígenes a Ventanielles. La zona, «castiza», ya existía en la época medieval. Pero de aquella era rural, repleta de caserías y carros tirados por bueyes. Así continuó durante siglos y su destino varió con los cambios demográficos del municipio ovetense. En los años 50 la ciudad carecía de viviendas suficientes para alojar a todos los ciudadanos y aquellos verdes campos empezaron a desaparecer bajo mareas de hormigón.
Los nuevos edificios acogieron a personas de perfil social más bien bajo, obreros, empleados u operarios que venían a la capital desde otros puntos de Asturias. No había, por aquel entonces, conciencia de barrio. RUIZ-TILVE destaca en su lista de buenas consideraciones que ha sabido dotarse de «personalidad». Como curiosidad, destaca que la zona del Palais adquirió el nombre por una sala de baile de la zona.
Muy cerca paraba el tranvía y de tanto frecuentar el local de ocio, los ovetenses terminaron bautizando sus alrededores. También valora la CRONISTA el empujón cultural que ha recibido Ventanielles en los últimos tiempos.
Fuente: http://www.elcomercio.es/