«ME TEMO QUE LA CIUDAD NO VA A CAMBIAR NADA PORQUE, CUANDO TODO ESTO TERMINE Y PASE UNA TEMPORADINA, VOLVEREMOS A SER COMO SIEMPRE»
A sus 79 años, Carmen Ruiz-Tilve (Oviedo, 1941) asegura que «nunca había vivido una situación así». Cronista oficial de Oviedo, la pandemia la ha cogido en plena convalecencia, tras dos operaciones. Dice, sentirse «presa» del confinamiento y lo primero que hará cuando pueda salir es «dar un paseo por Oviedo entero».
-Antes que nada, y lo más importante. ¿Cómo se encuentra?
-Estuve muy mala porque me operaron en dos ocasiones. Me recuperé, quedé bien pero ahora estoy aquí secuestrada.
-¿Así siente usted el confinamiento, cómo un secuestro?
-Sí, sí. Totalmente.
-¿En qué ocupa usted el tiempo en este peculiar «secuestro»?
-En nada especial. Yo estaba esperando que llegase el buen tiempo y el sol para pasear mucho, que es lo que necesitaba para acabar de recuperarme, pero ahora como hay que estar en casa metida. Pues leo aunque tenía que leer más.
-¿Qué está leyendo?
-Un escrito que todavía no es libro.
-¿Puede adelantar algo. Si es una nueva publicación suya, de algún conocido escritor asturiano?
-Sí, pero cuando se convierta en libro. (Risas).
-Usted es la cronista oficial de Oviedo. Si tuviera que hacer una crónica de la situación generada por el coronavirus. ¿Qué contaría?
-La verdad que no sé que contaría. Pero, en general, cosas buenas. Porque esto ha demostrado el buen carácter de los ovetenses. Aunque también tendría para contar cosas malas, pero esas no se dicen. Me quedo con las cosas buenas.
-¿Cuáles serían?
-Hemos demostrado buen humor, solidaridad. Porque estamos en el mundo para tirar para adelante, no para que nos echen a un lado.
-¿Cómo cree que cambiará esta situación a los ciudadanos?
-Yo creo que esto va a cambiar muchas cosas.
-¿Por ejemplo?
-No sé si nos vendrá bien o no. Pero me temo que la gente debe de estar haciendo limpieza general en sus casas, aprovechando el confinamiento, pero no basta, hay que dar más pasos. Lo cierto es que los carbayones somos muy buena gente y no merecíamos esto.
-Ni los ovetenses ni nadie. ¿No?
-No. Aunque yo cogería a unos cuantos que yo sé y les echaría a la basura. Pero bueno, mejor vamos a dejarlo.
-Me deja con la intriga.
-No me tires de la lengua porque las personas que yo tengo en el dique seco son conocidas y si digo que les pondría en un cubo de la basura es porque lo merecen, mucho, mucho.
-Cambio de tercio, entonces. ¿Cuánto y cómo cree que va a cambiar la ciudad, una vez recuperemos la normalidad?
-Me temo que la ciudad no va a cambiar nada.
-Explíquese.
-Pues no va a cambiar porque yo creo que cuando todo esto termine y luego pase una temporadina, volveremos a ser como siempre.
-Entonces no se cumplirá eso que usted dice de dar un paso más allá de hacer limpieza de puertas de casa hacia dentro.
-Yo me temo eso, sí.
-Así no se aprende la lección.
-Estábamos muy conformes, como estábamos.
-¿Muy cómodos, también?
-Unos más que otros.
-No todo el mundo lo está pasando bien en estas circunstancias.
-Pero lo que me llama la atención es que la gente reaccionó muy bien a esto de la encerrona. Está todo el mundo cumpliendo lo de quedarse en casa.
-¿Se imaginó alguna vez las calles de la ciudad así de vacías?
-Es curioso. Yo estoy deseando dar un paseo largo por la ciudad para ver cómo está, pero no puedo porque me meten presa.
-Son las restricciones impuestas por el estado de alarma para cortar y erradicar este virus.
-Hay que cumplirlas, sí.
-¿Recuerda haber vivido en Oviedo una situación parecida a esta?
-En absoluto. Porque lo más parecido que pudo darse fue durante la guerra civil, y yo en esa época no había nacido, no la viví. Por lo demás, yo siempre fui optimista y alegre.
-¿Y ahora?
-Ahora no estoy triste, lo que estoy es harta.
-Pues aún queda…
-Me temo que sí.
-¿Qué cree qué es lo más duro de este contexto?
-El encierro en sí. Porque es un poco parecido a lo que debe de ser la cárcel. El confinamiento produce una sensación de falta de libertad muy grande. Cuando veo por la ventana el sol, precioso, siento como que lo estamos perdiendo.
-¿Usted sale a aplaudir a la ventana?
-Pues mira, no.
-¿Por algún motivo?
-Yo siempre he sido muy escasa para los aplausos y ahora no aplaudo. No por nada en especial, pero es que no tengo estilo para aplaudir. Esto no quita que me parece muy bien todo lo que sea dar agradecimiento a quien lo merece.
-Son muchos los profesionales a pie del cañón. ¿Se ha ganado en empatía, en solidaridad?
-Lo importante aquí es que, si la hemos ganado, ahora hay que mirar por ella.
-¿La ciudad se está comportando a la altura de las circunstancias?
-Yo creo que individualmente, sí. El gobierno, no lo sé. Es muy difícil, no estaba preparado para esto.
-¿Qué es lo que más echa de menos?
-A mis tres nietos y al ‘carrao’ de sobrinos nietos que tengo. No quiero ni pensar cómo sería esto sin teléfono ni internet.
-¿Y lo primero que hará cuando acabe el confinamiento?
-Dar una vuelta a Oviedo entero.
Fuente: https://www.elcomercio.es/ – CECILIA PÉREZ