Bastan unos minutos de conversación con Carmen Ruiz-Tilve (Oviedo, 1941) para darse cuenta de que, aunque huye del tópico ‘Oviedín del alma’, conoce su ciudad natal como la palma de su mano. Le gusta pasear por sus calles pero, desde hace algún tiempo, vuelve a casa con cierto amargor, el de encontrar locales que echan el cierre. Precisamente ese es el tema que ha elegido para su nueva novela y para la que aún no tiene fecha de salida. Será la séptima -‘Segunda Mano’- de un currículo que acumula 52 libros y varios miles de artículos.
-¿Cómo ve la ciudad del siglo XXI?
-Es crecedera. Oviedo es antigua y moderna al mismo tiempo, tiene mucha vitalidad. Supo salir de muchos baches y saldrá de este. Al pasear se ven tiendas cerradas, una situación que bautizaría como crisis. El centro de la ciudad está precioso y yo quiero que todo esté abierto. Oviedo necesita una revitalización completa que va a llegar.
-¿Y cómo se consigue?
-Realmente no sé lo que se puede hacer. Es una ciudad comercial. Entre los mozos que no vivían en Oviedo existía la costumbre de, al cumplir los 18 años y prepararse para la universidad, venir a la ciudad y comprar una gabardina. Suponía una aventura guapa venir a Oviedo; recuerdo que nosotras íbamos a la calle Uría a ver los escaparates. Es cierto que ahora internet vende mucho, el mundo cambió y no va a ser como era, es otro. Pero el mundo no se va a acabar sin lucha.
-¿Qué ha cambiado en los últimos años y qué puede cambiar?
-Oviedo tiene un espíritu físico que se mantiene. Un espíritu muy atractivo. Hay mañanas nubladas pero un día soleado reconforta mucho, es la luz que tiene. Creo y espero que se mantenga el talante, el carácter de la ciudad.
-¿Cuáles son sus puntos fuertes?
-No soy del ‘Oviedín del alma’, soy de Oviedo y como con un hijo veo sus virtudes y sus defectos. Arquitectónicamente está perdiendo mucho de su identidad. Tal vez tenemos la intención de parecernos a otras ciudades. Viajar es importantísimo, pero mejor desde Oviedo y para volver a Oviedo. Destacaría la propia cordialidad de los ovetenses. La vida cultural es otro aspecto que no es fuerte, sí el ambiente musical y es cierto que siempre ha sido muy pictórica, una ciudad pintable; las salas de exposiciones están bajas y las librerías han hecho verdaderos méritos por sobrevivir. En cuanto a los bares, me parece imposible que la cafetería de la Reconquista esté cerrada cuando se trata de un edificio singular de la ciudad, llena de tertulias; no puede cerrar porque tiene una deuda moral con la ciudad.
-¿Entonces cómo ve que se intente explotar como fin turístico la imagen de ciudad de cultura?
-La cultura tiene tantos flecos. En mis tiempos mozos la cultura no existía, veníamos a estudiar. La diversión tiene que buscarla uno, es terrible querer que se lo den todo hecho. Oviedo es una ciudad muy plural y se pueden encontrar muchas formas de disfrutar del tiempo.
-Echando la vista atrás, ¿los jóvenes de hoy lo tienen más difícil que los de antes?
-Fui profesora de la Universidad y lo mejor está en la juventud. Creo que tiene valores estupendos para hacer cosas y hay muchos que saben disfrutar y que conocen la historia de su ciudad. Ahora tienen más oportunidades de viajar, de conocer, de leer.
-El colegio que lleva su nombre, en el barrio de La Corredoria, acumula un nuevo retraso para las obras de ampliación.
-El mayor regalo que se me pudo hacer es un colegio. Gran parte de mi familia se ha dedicado a la enseñanza así que no es solo un regalo para mí, es para toda mi familia. Considero que los retrasos se deben a mala suerte de la administración que pienso que se superará. Lo que es cierto es que los niños no tienen infancia de repuesto y cualquier recorte en un colegio es mala cosa. Los más perjudicados son los niños, también sus padres y los educadores, pero los niños los que más.
Si tuviera que hacer un eslogan para Oviedo, ¿cuál sería?
-‘Oviedo una ciudad para vivir’, eso sí, con un problema gordo que son las comunicaciones. Con el tema de los congresos llegan muchos congresistas que están encantados en la ciudad pero pasmados con el problema del transporte. No sé quién puede resolverlo pero nos lastra muchísimo. Oviedo es perfecta para vivir, pero cuando hay elecciones se venden maravillas que luego quedan en nada. La ciudad necesita y merece unas buenas comunicaciones. Sé de extranjeros que han venido a vivir aquí porque alguien les ha convencido que es un buen lugar y están encantados pero, sin duda, la falta de comunicaciones tiene que resolverse.
-En nada comienza la campaña electoral, ¿cómo ve el panorama en Oviedo?
-Siempre ha tenido mala suerte política. Somos un poco pasotas. Creo que a veces tenemos personas que tienen capacidad que no quieren ir a la política y al revés, gente que se dedicar a la política y no tiene capacidad. Cuando digo que no hemos tenido buena suerte no quiero decir nada de los políticos de ahora ya que entre ellos tengo muchos amigos.
-¿Tiene algún libro en cartera?
-Proyectos siempre tengo. Estoy trabajando en una novela, más bien ‘nivola’ que se refiere a Oviedo. Se titula ‘Segunda mano’ y precisamente hablo de todos los sitios que están cerrados, de los establecimientos que desaparecen. Mi idea es entrar a fondo en eso. Se trataría de mi séptima novela para la que aún no tengo fecha de publicación porque siempre estoy llena de proyectos.
-¿Qué tipo de historias le sugiere el Oviedo contemporáneo?
-Muchas y muy variadas. Oviedo es una ciudad antigua y moderna a un tiempo, perfectamente viva y capaz de convertirlo todo en literatura.
-¿Es de cuento de hadas, como dijo Woody Allen, o hay una realidad menos agradable por debajo?
-Oviedo tiene poco que ver con Woody Allen y esa frase no la acuñó para esta ciudad. Por otra parte, los cuentos de hadas siempre tienen algo de morbo.
-Y personajes, ¿cómo ve a los ovetenses?
-Frecuentemente dignos en convertirse en personajes literarios.
-¿A qué protagonista le recuerdan?
-Depende. Tras los visillos de muchas casas se cuecen novelas.
Fuente: http://www.elcomercio.es/ – Carolina García