POR FRANCISCO JOSÉ MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES (PRINCIPADO DE ASTURIAS).
La cultura se recibe, se incrementa y se traspasa desde el acervo de las facultades intelectuales humanas. En muchos casos las vías de conocimiento no tienen necesariamente que ser intelectuales, sino emocionales, viscerales, donde las impresiones, estímulos y entusiasmos de cada actor se vierten sobre sus obras, cualesquiera que éstas sean.
La cultura en general -como una actitud ante sentires e ideas- se adquiere desde el entorno y el aire en el que uno nace, aceptando después las misteriosas vocaciones en las que se inserta la vida personal de cada uno, algo que va de abajo arriba y de dentro afuera, con la espontaneidad característica de cada persona.
Dan Miravalles ya era un adolescente -al que durante unos años tuve como alumno- contrapuesto a los personalismos, nunca protagonista, sino conocedor atento que va depositando saberes en sus observaciones, y cuyas percepciones madurarían más tarde, especialmente con su licenciatura en Bellas Artes, en la Universidad del País Vasco.
Los saberes, modos, usos, modales y costumbres fueron modelando su razón de ser, sus ideas y sus proyectos, hasta hoy.
Él aportó su concepción sobre el arte de la representación gráfica, enraizándola y acrecentándola en su saber propio -lo mismo que el padre Sella acude al mar en busca de sal y regresa en forma de lluvia- transformado su orígenes, pero no sometido a consignas ni a direcciones preestablecidas, la mayor parte de las veces serenas y exactas.
Utiliza Dan casi todas las técnicas de pintura, con pigmentos naturales, sintéticos y orgánicos, entre otros, dando vida a una de las expresiones artísticas más antiguas, categoría universal que coloca a la Pintura en una de las siete Bellas Artes que -sobre una hoja de papel, un muro, un lienzo, una madera, un tejido, etc.- da libertad a su creatividad, la que nace de su mente y de su corazón.
En esta afición, Dan respira hondo y sabe que -como todo lo que merece la pena en esta vida- las improvisaciones no suelen dar buenos resultados, porque la Pintura -como toda cultura- primero hay que sembrarla y cuidarla y, luego, esperar paciente y respetuosamente a que florezca.
¡Cuántas veces me he preguntado en qué consiste la educación! Porque no es imponer sobre un alumno o alumna un cúmulo de buenas influencias -según la opinión del medio en el que vive o algún día vivirá- o en atiborrar su mente de informaciones que le sean válidas para superar un examen.
En una sociedad tantas veces basada en la ambición, la codicia, la envidia y el consumo -cuyo único fin es ser más para tener más- bienaventurados aquellos que se sienten maestros porque ellos mismos han aprendido de sus propios recuerdos, lecturas y estudios, los que les forjaron y acompañaron, sabiendo aceptar lo que les gustaba o repudiando lo que rechazaban.
Digámosle a Dan que no deje que nadie marque su camino, porque dentro de él mismo está su perfeccionamiento y su utopía, como resultado de sus propios tanteos y errores, de su cordura y tropiezos, de sus habilidades y escollos profesionales.
Nunca creas -estimado ex alumno- que por saber más se es más sabio, o que el conocimiento verdadero se pueda transmitir como si fuese una donación, dado que todo ello es el resultado final de un esfuerzo en el que no se puede ser sustituido.
Conserva tu vocación sin sacrificarla a lo que alguno podría considerar una pertinente ´normalidad´, porque tú sabes bien que un maestro (de lo que sea) no puede renunciar a ser uno mismo, en busca de su meta, aunque parezca una utopía.
Olvídate de los falsos profetas y confía sólo en aquellos que te encuentren a ti, no tú a ellos.
Con tus múltiples trabajos y dedicaciones, clases magistrales y exposiciones, puedes alcanzar merecidas recompensas y gratificaciones, honores y galardones, pero -desde tus solo treinta y cinco años- te queda un enorme trecho por recorrer, y sabes que la esperanza y el porvenir están de tu parte, que somos mayoría los que apoyamos a los que trabajan por alumbrar algo distinto -pequeño o grande, cotidiano o excepcional, particular o colectivo- porque trabajar por el arte como a ti te gusta es un intento por ordenar el caos de la vida.
¿Cómo ha de pintarse? -te habrán preguntado mil veces en la academia de dibujo y pintura que diriges- y habrás meditado la respuesta con serenidad, porque sabes desde niño que la Pintura -como todas las Bellas Artes- es un fenómeno social y de comunicación, una necesidad del ser humano para expresarse y comunicarse, cada uno según su intuición y gustos por las formas, colores y actos creativos.
Seguimos con atención tu apasionante dedicación y nos recreamos en los trabajos que vas dejando por galerías, casas de cultura, iglesias, academias, colegios e institutos, y por tantos otros locales, públicos y privados.
Se dice que en la adolescencia se ´siente´; en la juventud se ´advierte´ y -en la madurez- se ´reflexiona´…
Y como estás en los mejores años de tu vida -tempus fugit- seguiremos atentos desde Arriondas -o desde donde sea- la evolución de tus magníficas capacidades, actitudes y tácticas, deseándote una vida plena para que -desde tu apasionante dedicación- sigas colaborando en el futuro de todos, aportando tus saberes para poder seguir creando un mundo en armonía, más refulgente, más humano, más culto.