POR JOSÉ ARTURO CASTILLO RAMÍREZ, CRONISTA DE CRONISTA DE RÍO GRANDE, ZAC. (MÉXICO)
Era el año de 1831 y sobre las cuentas de este libro recayó el pedimento fiscal de la fábrica (administración) del Santísimo Señor Sacramentado, auto que revelaba la realidad administrativa y que con una objetiva y escrupulosa indagación se encontró no haber reparo lo que se hizo en ella, pues era de conocimiento que la santa iglesia compró casa para el cura José María Arrollo; dicha casa causó quebranto por la cantidad de ochocientos pesos, no encontrándose antecedentes de que el clérigo pagara algún rédito o arrendamiento de ella, conscientes que la santa fabrica no se encontraba facultada para dar, o lo que es aún peor, comprar para esos fines; por lo que el promotor fiscal le pide a su Señoría Ilustrísimo Señor Juan Hernández apruebe las cuentas de esta administración de 1831 siempre y cuando se prevenga al mayordomo de la archicofradía que cobre el arrendamiento correspondiente al cinco por ciento del valor de la casa; si así lo proveyera su ilustrísima o lo que el considere más prudente y justo; dada en la ciudad de Durango el ocho de febrero de los años corrientes.