POR SANTOS BENÍTEZ FLORIANO, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE CÁCERES.
Subiendo por los Adarves desde el Arco de la Estrella llegamos a la plaza de los Caldereros, sitio donde instalaban antiguamente sus puestos de venta los que no cogían en la plaza de Santa María, lugar donde se asentaba hace siglos el mercado principal de Cáceres.
Normalmente eran los vendedores de alfarería, los artesanos de calderos, calderas u otros recipientes de metal y los hortelanos que llegaban de pueblos cercanos.
Frente al Palacio de La Generala nos encontramos con la Casa de los Ribera, conocida hace tiempo como la Casa del Sumidero, que presenta una gran fachada de sillería granítica con una portada de medio punto adovelada con dovelas que llegan hasta el suelo, muchos vanos y, sobre todo, sobre una de las ventanas destaca un escudo con las armas de los Ribera (Tres fajas rojas sobre fondo de plata. Escudo Fajado-Rayado).
Es una fachada muy austera propia de las casas y palacios cacereños que evolucionaron desde las casas fuertes utilizadas para la defensa a casas para vivir cuando se pacificó la Villa. En el interior podemos disfrutar de un bello patio que tiene un pozo como la mayoría de las casas y palacios de la Ciudad Monumental.
Junto al patio se abre una galería que da acceso a la planta superior y las paredes están decoradas con azulejos que presentan una iconografía relacionada con Extremadura y América.
Los Ribera fue una destacada familia de la nobleza cacereña que procedían del linaje sevillano de los Duques de Alcalá.
Alonso de Ribera fue el fundador de esta casa a mediados del siglo XVI. Sufrió un proceso de restauración y reforma en el siglo XIX y posteriormente en el siglo XX para ubicar en él la sede cacereña del Rectorado de la Universidad de Extremadura que lo alberga en la actualidad.
Antes estuvo instalado en esta casa el Colegio de Religiosas del Sagrado Corazón de Jesús y posteriormente el Hogar “García de Paredes”, residencia para jóvenes estudiantes en Cáceres que venían de sus pueblos y que carecían de recursos económicos.
FUENTE. CRONISTA