POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Situada en la plaza de España. Fue construida por el noble emeritense Vicente de la Torre y Liaño. Fue uno de los grandes propietarios de Montijo, ocupando diversos cargos municipales, entre ellos los de concejal y alcalde (año 1836). Hijo de José de la Torre Ayala y Calderón, Regidor Perpetuo de Mérida y de Antonia Liaño y Alba, natural de Jerez de los Caballeros, descendiente de familias nobles de Jerez de los Caballeros y Burguillos del Cerro.
Tuvo que renunciar al cargo de alcalde alegando ante el Consistorio Municipal y la Diputación Provincial su imposibilidad de desempeñarlo por tener mal la vista (una rija en cada ojo). Poseyó varias fincas en los sitios del Retamal, Vega del Horno, Charnecal, Las Vegas, Quintos de San Pedro y el Encinal.
Contrajo matrimonio con Petronila Vicenta Álvarez Araujo el 16 de febrero de 1790, siendo velados el 15 de julio. El novio figura en la partida como Cadete del Regimiento de Milicias de Trujillo. (Cf. Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol. Libro IV de Casados y Velados. Años 1774-1817. Fols. 143 vto. y 145 vto). El matrimonio tuvo cuatro hijos: Antonio, Pedro, Vicenta y Francisco, bautizados todos ellos en la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol el 13 de abril de 1791, 22 de diciembre de 1795, 9 de junio de 1797 y 31 de enero de 1799.
Petronila Vicenta Álvarez Araujo era hija del Administrador del Conde de Montijo, Teniente de Corregidor y Justicia Mayor del Condado, don Pedro Álvarez Vadillo y doña Josefa Araujo y Topete.
La casa pasaría a Vicenta de la Torre Álvarez, Victoriano Bueno Casilla y Pedro Bueno Gragera, quien la vendió, el 18/agosto/1872, al matrimonio Ramón Cueto Arduengo y Carolina de la Riva González, hija del camerano Gabriel de la Riva, (natural de Nievas de Cameros, Logroño) comerciante, rematante de puestos públicos, tenía un negocio de juegos (mesa de billar), concejal y Mayordomo de Propios y Presentación González Pérez, predecesores del maestro de obras Modesto Cabezas de la Riva, pues Toribio de la Riva, abuelo materno de Modesto Cabezas, era hermano de Gabriel de la Riva.
Ramón Cueto Arduengo era natural de Carangas, concejo de Ponga (Asturias). Al parecer se trataba de un indiano que se dedicó, entre otros asuntos comerciales, al tráfico de esclavos de África a América. Fue entonces cuando a este caserón comenzó a llamársele: Casa del Navegante o Casa del Embarcado.
Ramón Cueto Arduengo fue segundo Teniente de Alcalde y disfrutó muy poco de la casa, puesto que el 27 de noviembre de 1875 falleció de viruelas y su mujer Carolina días más tarde, el 8 de diciembre, de la misma causa no dejando descendencia, por lo que la casa pasó a Emilia de la Riva González, hermana de Carolina, casada con Joaquín Núñez Corchero, con sus hijos Laureano, Presentación, Federico y Andrés.
La propiedad de la Casa del Navegante pasó después a Andrés Núñez de la Riva, Teresa Thomas Núñez, Francisco Bautista Capote y a los hermanos Bautista Thomas (Juan, Carolina, Toribio, Pedro y Francisco), quienes la vendieron al Ayuntamiento de Montijo.
En la planta baja hay tres vanos, el central correspondiente a la portada principal se ve enmarcado con piedra de granito, los laterales son ventanas con guardapolvo, poyo y reja metálica. La planta principal se encuentra íntimamente ligada en cuanto a composición debido a las pilastras jónicas que unifican las mismas a modo de fuste de columna, cumpliendo la función de calles en la composición arquitectónica.
Sobre la portada principal se alza un balcón de gran sencillez y dos huecos laterales, correspondiente a ventanas voladas, con guardapolvo, poyo y reja metálica. En la planta segunda hay tres vanos de reducidas dimensiones en composición simétrica, como pauta que acompaña a todo el conjunto.
Las ventanas son voladas con guardapolvo, poyo y reja metálica. El edificio se remata por una artística balaustrada a base de celosía y se engalana por el bello mirador achaflanado en sus aristas con la aparición del orden toscano, destacándose también la cornisa y balaustrada metálica, así como una delicada veleta de forja.
Tras la primera fase de las obras de restauración de la Casa del Navegante, en la que se invirtieron 48.577.634 pesetas, financiadas por el Ministerio para las Administraciones Públicas, la Junta de Extremadura y el Ayuntamiento. Fue inaugurada por el presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, el 12 de mayo de 1990, con ocasión de celebrarse en Montijo la clausura de la XIII Semana de Extremadura en la Escuela, siendo alcalde Luis Gragera Zamora.
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