POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA (ALICANTE)
Encontrar una vivienda para vivir el alquiler en el centro de las poblaciones se ha vuelto cada vez más complicado porque sus dueños prefieren ponerlas en el mercado como apartamentos turísticos; es decir, para estancias cortas. Resulta una fórmula mucho más lucrativa para ellos, especialmente en el caso de viviendas bien situadas, ya sea porque están en los cascos antiguos o en la costa en los destinos más demandados.
El hecho de querer regularizar los «apartamentos turísticos» está bien claro: Sacar de la clandestinidad la oferta en pro de una mayor garantía para los clientes o familias de veraneante -aquí llamadas desde tiempo inmemorial «huelgas»- pero también para abonar a Hacienda las tasas fiscales e impuestos correspondientes. Ofreciendo a las familias precios más económicos que un hotel, además de ser más cómodos, ofreciendo mayor libertad e intimidad.
Hoy en día, existen portales web que ponen en contacto una oferta y una demanda, actuando como intermediarios entre ofertantes y demandantes promoviendo un estilo de viaje auténtico y en verdadero contacto con la realidad del destino de las «huelgas».
Por lo que pueda parecer, creo conveniente explicar el origen del vocablo «huelga» que aquí en Torrevieja se le ha dado para nominar a la familia de veraneantes que dejan sus hogares invernales para venirse a pasar una temporada a Torrevieja, en una casa de alquiler, viniendo cargados con todos sus efectos.
El vocablo «huelga» proviene de la voz latina «folgar» (holgar), descansar, del latín «follicare», de «follis» (fuelle), de donde tiene también su origen y significado «follar», en su sentido erótico, por el onomatopéyico sonido de resoplido jadeante o exhalación que origina un fuelle al ser aventado. Para entender más claramente el origen de «huelga» sólo hay que recordar lo fatigoso y falto de respiración las personas cansadas que «holgan» o resoplan para llevar más oxígeno a su organismo. No hay que olvidar otras también derivadas del vocablo latino como holganza, holgado, holgazán, holgorio y holgura.
Hecha esta aclaración sobre este arcaísmo, decir que, en Torrevieja, hasta mediados de los años sesenta del pasado siglo, la temporada veraniega de las «huelgas», no comenzaba a primeros de julio como ahora. Los primeros veraneantes no llegaban antes de la Virgen del Carmen y el grueso de la colonia lo hacía en torno a la fiesta de San Jaime, finalizando las vacaciones pasada la festividad de la Virgen de Agosto, el día 15, salvo los pocos que tenían casa o chalet propios, que alargaban algo el veraneo; estos eran los menos, pues la mayoría de las familias pasaban la «temporada de baños» en casas que alquilaban, tanto si era temporada completa como si se concertaba el alquiler por menos tiempo, a veces por una o dos semanas y, obviamente, viviendas en planta baja.
Mi gran amigo desaparecido Francisco Cánovas Candel, cronista oficial de Santomera y jugador del Barcelona CF, que fue, junto con sus padres y hermanos, «huelga» de la Torrevieja de los años cuarenta, me contaba de los prolegómenos que hacía su familia para alquilar una casa en verano. No obstante de ser corta la temporada veraniega. Torrevieja adquiría movimiento de ocio todos los domingos anteriores, de junio y los días festivos de esos meses, ya calurosos, que los próximos veraneantes aprovechaban para pasar un día de playa y al mismo tiempo «buscaban» la casa para su inmediato veraneo, con la ayuda de los clásicos «corredores de casas» que les mostraban distintas opciones, según precios y condiciones. Algo muy importante antes de alquilar una casa era tener la certeza de que la familia que alquilaba no había padecido enfermedades graves, especialmente contagiosas? También se valoraba mucho que la casa a contratar tuviera aljibe que «hiciera buena agua», pues no todos los aljibes eran iguales. Mi padre me contaba que, cuando había visto la casa y le gustaba las condiciones, pedía a la dueña que le diera un vaso de agua recién sacada del aljibe, tomaba un sorbo, y si era buena alquilaba la casa, de lo contrario, como a veces sucedía, buscaba otra.
Un anuncio de la prensa local de 1887 decía: «El conocido Gregorio Morales (a) Curica, que tantos años viene ocupándose en buscar colocación en la presente temporada a las familias que vienen a tomar baños a estas deliciosas playas, tiene el honor de participar a sus muchos favorecedores, que se halla dispuesto a proporcionar casas desde el ínfimo precio de una peseta hasta quince, sin interesar absolutamente nada por la molestia de este servicio». Otro de Lorenzo Ballester, de ese mismo año, rezaba: «En la presente temporada veraniega, encontraran los forasteros casas limpias; cómodas y con todas las condiciones apetecidas, desde ocho reales hasta cuarenta diarios. También se proporcionan cocheras».
Famosos y de entero crédito, entre otros muchos «agentes» del alquiler de casas para las «huelgas» murcianas y de la Vega Baja, fueron: Antonio Serrano, Filomeno Melgar, Tono el Correo, Facorro el de La Hoya, Antonio el Botas, Zapata, Juan Samper Fortepiani, Luis Mirete, Antonio Ortuño y la popular Juana, haciendo que muchas familias torrevejenses tuvieran un respiro en sus paupérrimas economías.