POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Uno con quien tropecé en el Casco Viejo, donde reside y no logra dormir, me dice que escriba para que no permitan a los músicos tocar en los bares, ni en directo ni en diferido; que hacen vibrar los muros más que los corazones; me asegura que su casa se devaluó y también su calidad de vida, con los intravenosos conciertos intramuros. Poco después me encontré con un violinista que toca en un cuarteto de cuerda, en bodas, bares y funerales, y me pidió apoyo para las actuaciones en directo en los pubs del Casco Viejo; me disertó acerca de las caricias de la música, una revelación superior, una forma mágica del tiempo, una manera de responder a preguntas sin respuesta, de componer los ánimos, de enriquecer la soledad y el cuba libre, arte de la noche y la penumbra…, ¡qué bien sonaba lo que me contó! ¿Me contradigo si hoy apoyo a ambos, al que no duerme y al que tampoco? ¡Muy bien, pues los apoyo!
Fuente: http://www.lne.es/