POR JOSÉ SALVADOR MURGUI, CRONISTA OFICIAL DE CASINOS (VALENCIA)
A la hora de empezar a escribir esta crónica, me vienen a la mente una serie de frases hechas y atribuidas a diferentes autores, que nos recuerdan ese paso histórico y necesario que supone el punto inflexible del paso de la vida: «La muerte es más universal que la vida, todo el mundo muere, pero no todo el mundo vive.»
Al visitar el Cementerio Municipal de Casinos y recorrer ese amplio espacio donde reposan los restos de tantos conocidos y amigos nuestros, descubres el paso de los años, la identidad de las personas, el legado de sus epitafios y lo que resulta más cruel es que la muerte venga acompañada del olvido.
Efectivamente nichos olvidados, personas que pasaron a la historia, recuerdos que se borran de las casas, no en las casas, y vecinos que se difuminan con el paso del tiempo, porqué nuestras calles están vacías y muchas casas cerradas.
Ese paseo por el Cementerio, o por el museo del silencio, te ayuda a encontrarte con la esencia de la vida y te hace ver lo caduco del tiempo y lo efímero que es nuestro paso por la tierra. Encuentras lápidas blancas que el paso de los años torna en un amarillo blanquecino, son el recuerdo de los jóvenes, los que partieron al otro mundo al quedar su vida truncada por un accidente, una rápida e incurable enfermedad, o un desafortunado encuentro con la muerte.
Otras conservan verdaderas esculturas, incluso hay algunas obras de Antonio Sanjuan el artista imaginero que esculpió la imagen del Santísimo Cristo de la Paz, y demás imágenes que nos presiden en la Parroquia Santa Bárbara.
Hay epitafios con frases de los cánticos a los Patronos de Casinos, al igual que también son varias imágenes las que se pueden advertir de los mismos, esculpidas sobre él mármol. Lapidas pintadas, otras trabajadas y elaboradas por los mismos familiares como un recuerdo póstumo que dedican los hijos a los padres, y otras sepulturas con imágenes detalladas y alusivas a los trabajos que en vida realizo el finado, podemos ver desde escenas de caza, la robustez del leñador con el hacha en la mano, el camión que surca el camino, el perro, el asno, o la raqueta, la trompeta que anuncia la afición por la música, el escudo del equipo de fútbol del que has sido hincha en la vida, o el coche que jamás pudiste estrenar. Todos estos adornos, guardando silencio y sellando esa puerta que separó las lágrimas del día que allí quedaron depositados los restos aguardando pacientemente la eternidad.
Un día 26 de julio de 1914 a las cinco de la tarde, siendo Alcalde de Casinos Don Cándido Muñoz Usach y Cura Párroco de la Parroquia Santa Bárbara de Casinos D. Gregorio Montón, con acompañamiento de la Banda Municipal y numeroso público, se bendijo este nuevo Cementerio, y después de la preces prescritas ante la cruz (traída desde el antiguo Cementerio) se roció con agua bendita todo el extenso local que ocupa el antedicho cementerio (extraído de la Crónica que expide D. Gregorio Montón). El primer difunto que se enterró en este Cementerio fue Francisco Cabanes Ribas, natural de Alcublas y el último difunto que se enterró en el Cementerio viejo fue Juana Murgui Rubio natural y vecina de ésta.
La cruz de piedra que está en el centro del Cementerio fue transportada en 1913 desde el antiguo Cementerio y es del año 1889. En el nicho 406 reposan desde 1974 los restos del antiguo Cementerio Parroquial, construido en 1806 y que se encontraba en las inmediaciones de la Rambla de Artaj en el polígono 24 y que tenía una superficie de 1.099 M2.
«Cada instante de la vida, es un paso hacia la muerte.» Sería muy largo detallar todas las personas que descansan en la paz del Cementerio que nos ocupa. Desde maestros, educadores, agricultores, ingenieros, albañiles, cazadores, sacerdotes, alcaldes, concejales, jueces de paz todos vecinos nuestros, unos suspendidos en la historia del tiempo, otros anclados en la historia reciente. Desde Manuel Jarrín, Fundador de las Peladillas, hasta la persona que con su anonimato ha contribuido al progreso de Casinos, la lista sería larga e interminable al recordar a todas esas personas que han escrito las líneas en el libro que lleva por nombre Casinos, pero la mejor de las esperanzas es que todos nos reuniremos en ese espacio el día y la hora que tengamos señalados. Es el lugar donde todos somos iguales, donde el orgullo no sirve para nada, donde el odio no traiciona a nadie, donde la envidia se desvanece y donde «la vanidad y la pobreza son la misma pieza.»
Acabo con un escrito de Miguel Morató, hombre brillante y erudito de Casinos, que dedica en las cintas de la corona que le envían el día de su muerte, «La Sociedad de Socorros Mutuos» de Casinos, a la memoria del socio protector: Sebastián Bea Ibáñez en fecha de 1918-06-12.
«Alma noble y generosa,fue la de aquel que aquí yace,
que en proteger se complace, a la grey menesterosa.
Y ésta Sociedad honrosa, aunque de carácter lerdo,
obrando en común acuerdo, en profunda gratitud,
para premiar su virtud, le dedica éste recuerdo. R. Y. P.»
La Villa de Casinos, acudirá como cada año a recordar a los fieles difuntos, este año el Responso que rezará Enrique Saiz, Cura Párroco de la Parroquia Santa Bárbara será a las 12 horas del día uno de noviembre, siguiendo la costumbre tradicional del visitar, rezar y bendecir el Cementerio.
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