POR JOSÉ SALVADOR MURGUI, CRONISTA OFICIAL DE CASINOS (VALENCIA)
Los años y la edad van haciendo que perdamos de vista a las personas. Cuando escribo un obituario, siempre pienso en los motivos de peso que hacen se incline la balanza para recordar a esa persona por su trabajo o por su implicación con asuntos locales.
Joaquin Soriano, “Joaquinito el Damasó” fue un hombre de campo, un hombre que sabía de las labores de la tierra porque se había criado en ella conociendo a la perfección la exactitud a la hora de medir un campo o la precisión al plantar los árboles y los viñedos, cuando estos menesteres se hacían a mano y con cuerdas de señalar.
Un hombre de los primeros que tuvo el carnet de conducir para usar el tractor, siendo tractorista de la Cooperativa Santa Bárbara de Casinos así como de otros propietarios agrícolas, siempre desde el prisma del buen hacer.
Hasta aquí podemos decir que fue un buen agricultor, aunque exista un valor añadido y es que durante muchos años fue lo que entonces se llamaba “corredor de fincas” y modernamente se llama “API”.
La vida ha evolucionado pero es fácil recordar la visita del Notario una vez por semana a Casinos, para dar fe y escriturar todos esos compromisos verbales que se fraguaban de palabra y que con testimonio público se sellaban ante la autoridad competente.
Ese trabajo silencioso, delicado secreto y riguroso lo había aprendido de su padre el tío Joaquin el Damasó, que junto a Baltasar Hernandez, el tío Bsltasar el del forn, controlaban ese mercantilismo rural.
Dámaso es el nombre del abuelo. Dámaso Soriano Pérez, que fue concejal del Ayuntamiento de Casinos en 1913 cuando se construyó el Cementerio municipal, fue Juez de Paz durante muchos años y tallador – pesador de los Quintos, cuando tenían que incorporarse a filas.
Dámaso Soriano se casó con Emilia García, tuvieron muchos hijos aunque sólo vivieron tres: Salvador, Joaquín y Ana María. De ahí el sobrenombre de Dámaso por ser descendientes de aquel abuelo que vivió tantos momentos de la historia de Casinos.
Joaquín cierra un ciclo de esa parte de historia, ha sido agricultor, ha pertenecido a diferentes juntas de sociedades agrarias locales y ha sabido participar en momentos de la vida mercantil.
Siempre hay un factor que acompaña la vida y es como transcurre el tiempo y nos merma la salud. La vida es una vela que como la cera se va quemando y así le ha pasado a Joaquín. Las facultades se acaban, la fuerza se va perdiendo y poco a poco todo va quedando atrás.
Llega la noticia del punto final a este mundo y el abrazo q la eternidad. Todo lo dejamos aquí, solo nos acompaña el amor gastado y las buenas obras que dejamos. Lo eterno es tan grande que seguro nos encontraremos todos. Joaquín emprendiste ese camino, el sombrero que cubría tu cabeza nos recuerda tu presencia y en este viaje seguro que encuentras a todos los que te acompañaron en este mundo… seguro que ya estáis todos juntos, porque “las Capas” i “els Damasons” habrán salido a tu encuentro.
La vida siempre nos enseña que lo mejor está por llegar. El fondo de estas palabras es que los agricultores de ayer son los grandes maestros del mañana.
Un abrazo a toda la familia a su esposa hijos, nietos y a su hermana Carmen. Joaquín descansa en paz.
Lo despediremos el día ocho de agosto a las diez horas en la Parroquia de Santa Bárbara de Casinos.