POR JOSÉ SALVADOR MURGUI SORIANO, CRONISTA OFICIAL DE CASINOS (VALENCIA)
“En un asno va montada y a Jesús lleva en sus brazos, y mientras José camina, junto a ella va pensando. Deja sus tierras de siempre, cumple la voz del Señor, olvida su propia vida para encontrarse con Dios.
Como gitanos de hoy, que andan por los caminos, fueron de un lado hacia otro, María y José por Egipto. Sin parientes ni familia vivieron en el destierro, hasta que muriera Herodes, volviendo luego a su pueblo.
Gitanos que vais errantes, mal mirados por los otros, no os sintáis marginados, ni penséis que vais solos. Pues errante con vosotros, va la madre del Señor, ¡María de los gitanos, la que huyó por amor!”
Su voz era clara, limpia, risueña y penetrante. “No os sintáis marginados, no penséis que vais solos…” Rosi, no te sientas nunca sola. Has hecho tu camino rodeada de tus trece hijos y todos los nietos. Te hemos acompañado desde la distancia todos los que nos consideramos tu familia, todos los que hemos crecido con vuestro testimonio: el tuyo y el de Vicente. Desde 1971 habéis sido un referente, vuestras canciones han volado por el mundo, aquel concierto “Mi barquito de papel” os hizo cruzar los mares de la música.
“Por las aguas tranquilas, de un estanque sereno, eché a navegar un barquito de papel, con cara entristecida, vi cómo se alejaban, todos mis sueños de niño se iban en él. Su bodega era mi vida…” Los sueños de niño, se nos van, aquellos años éramos muy niños, pero siempre estuvimos abiertos a crecer y lo hicimos en muchos momentos apoyados en esas letras y esas músicas que nos daban vida: “Dame vida, dame la vida, dame tu vida mi Dios”.
El tiempo nos fue madurando y rememorando momentos pienso que en muchas ocasiones hemos suplicado: “Haz que abandone la alforja que hasta ahora he llevado, haz que rechace el vestido que traje hasta aquí, haz que me quede desnudo ante tu presencia, haz que abandone mi vieja razón de vivir”. Pero Rosi, tu perseveraste hasta el final, tus achaques, tu azúcar en sangre, como diría aquel “Todos juntos: Tu alegría mi alegría, tu camino mi camino, tu pobreza mi pobreza, tu riqueza mi riqueza… he de sentir…”, hasta llegar al momento que exclamabais tú y Vicente: “Caminaré en tu presencia, en la tierra de los vivos, soy feliz aun cuando digo, que desdichado soy. En lo hondo de mi alma, te siento fundido en mí, tú me has dado mil razones, para sentirme así. ¡Cómo te podré pagar, como te podré pagar, tanto bien como he has hecho!”
Pienso humildemente que has pagado y con creces todo el bien que nos has hecho. Nos has hecho a todos ricos y herederos sin herencia. Conoceros, teneros entre nosotros, ser nuestra familia de Huelva, encontrar la Casa de Pueblo de Dios, en Candón, Niebla siempre abierta y durante años ser nuestros maestros de música intentando hacerla vida, nos ha enseñado a “llevar la buena noticia a todo ser que respira y decirles que la paz, está dentro de sus vidas, y que ellos, serán paz, si desparraman amor, en cuántos hombres encuentren por esos caminos de Dios”.
Ali, Juan, Marisol, Judith, Emilio, Jesús, Francisco Javier, Rosa Ester, Pablo, Vicente, Amor, Daniel y Miriam podéis sentiros muy afortunados de haber recorrido el camino junto a vuestros padres, cuantos recuerdos abrazo estos momentos. Hoy es el día que con más fuerza vuestra esposa y madre estará cantando: “Si amas tu vida la perderás, y si la aborreces te salvarás. Si buscas las cosas del mundo, pierde mi vida tu cuerpo. Si buscas tan sólo mi vida, entro yo en ti por entero”, hoy es el día de tu vida.
“No pienses que vas sola”, así lo habéis publicado en las redes: “Celebramos la Vida. La de Rosi. La suya y toda la que deja tras su partida. Será con la Eucaristía el viernes 19 de julio a las 11,30 en la Parroquia de Santa Teresa de Jesús (Avenida Diego Morón Nº 20) Huelva”.
Ese será el momento de exclamar por ti y por nosotros: “Sé que tú me darás cuanto necesito, sé que tú vas a estar siempre cerca de mí, sé que te advertiré cuando me sienta morir, sé que no moriré, sé que no moriré y que siempre viviré, porque tú, mi Señor, tú vives en mí”.
Querida familia, queridos amigos, querido Vicente ¡Rosi sigue viva cada vez que suenen nuestras voces!