POR ANTONIO HERRERA CASADO, CRONISTA OFICIAL DE LA PROVINCIA DE GUADALAJARA
Del Castillo de Molina de Aragón, pieza destacable de la castillería Española, es singular la presencia de una gran torre aislada, al norte de la fortaleza, y en su punto más elevado, que se denomina la torre de Aragón. Fue la primitiva construcción, sede del castro celtíbero, puesta en forma de defensa por los árabes, y diseñada por sí sola como un auténtico castillo independiente, que sin embargo estuvo comunicado siempre con el castillo mayor a través de una coracha subterránea, en zig‑zag, cuya traza aún se observa hoy perfectamente.
Esta torre es de planta pentagonal, apuntada hacia el norte, está rodeada de un recinto muy fuerte almenado realizado con mampostería basta. La torre, centrada en este ámbito, muestra sus esquinas realzadas con sillares bien labrados de piedra arenisca de tonos rojizos. Su ingreso estaba formado por un entrante en el muro, rematado en elevado y airoso arco en forma de “buhera”. El interior, de amplia superficie, tiene varios pisos comunicados por escalera, todo ello moderno, y en la altura se encuentra la terraza almenada, desde la que puede contemplarse con facilidad la estructura de toda la fortaleza y de la antigua cerca amurallada de la ciudad de Molina.�Estupenda la recuperación que de esta fortaleza se hizo en tiempos del alcalde Pedro Herranz, a cargo del arquitecto Carlos Clemente. Es una muestra del interés que lo molinés sigue despertando en todas partes.