POR ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA)
De mano en mano…
La azarosa historia de esta compleja fortaleza le ha llevado a estar en manos de los Templarios, de la Corona española, de diversos hombres fuertes cercanos al poder y de familias nobles.
Asentado sobre un inicial castro celta y un núcleo de población romana después, de los que nada se conserva, comienza su particular historia en el siglo XII cuando el rey Fernando II de León, concede a la Orden del Temple establecerse en Ponferrada, siendo en 1187 cuando se documenta la primera fortificación en la pequeña villa. La Orden Templaria retuvo el castillo hasta su disolución durante el reinado de Fernando IV. El gran maestre leonés de la Orden para evitar su confiscación se lo entregó al hermano del rey junto con toda la villa.
Posteriormente El rey Alfonso XI cede en 1340 la villa de Ponferrada a Pedro Fernández de Castro, su mayordomo mayor. Es en este momento cuando se construya la mayor parte de la fortificación que ha llegado hasta nuestros días. En 1374 pasa a manos de la familia real quien lo mantiene hasta 1440, cuando Ponferrada pasa a pertenecer al primer conde de Lemos, Pedro Álvarez Osorio.
En los siglos XVII y XVIII la fortaleza es gobernada por un funcionario real, corregidor, y ya en 1850, cae en un proceso de deterioro que lleva al ayuntamiento a vender sus muros y usar sus piedras para la construcción de cuadras públicas y un mercado pegado a las murallas. En 1924 el castillo fue declarado Monumento Nacional. Reconstruido y acondicionado hoy es visitable y se realizan visitas teatralizadas varias veces al año. El castillo constituye el primer motivo turístico de la localidad.