POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Fue en el siglo XV cuando el rey Juan II de Castilla (1405-1454), hijo de Enrique III el Doliente y padre de Enrique IV el Impotente y de Isabel I la Católica, dictó una disposición obligatoria para que los varones -jóvenes en mayoría de edad- contribuyesen al «sustento» del ejército real con lo que se denominó CONTRIBUCIÓN DE SANGRE; es decir, con su presencia en la milicia. Para evitar una gran pérdida de juventud en los pueblos -y, por tanto, déficit en la mano de obra- se pensó que esa participación en el ejército abarcara únicamente a la QUINTA PARTE del personal «en edad de servicio»; personal que, de modo genérico, se apodaba como «LOS QUINTOS».
Esta disposición regia se mantuvo en tiempos de Felipe V el Animoso (1683-1746), de Carlos III el Político y así hasta hace poco que se suprimió el servicio militar obligatoria.
¡Qué tiempos aquellos de comienzos del siglo XX cuando las familias esperaban el «sorteo!» para los quintos de cada año, siempre temiendo que África, con sus guerras, fuera su destino de milicia!
Así lo contaba y cantaba un cantar que aprendí de una anciana residente en el Asilo de Colunga:
«¡Adiós, España!, decía un soldado
al despedirse de su nación;
¡adiós mis padres!, ¡adiós, hermanos!,
¡adiós, Amelia, del corazón!
Vete, soldado / marcha tranquilo;
vete contento a pelear;
yo soy Amelia, la que te quiere,
la que contigo / se va a casar…»
Aquí, en la Península, quedaban padres, hermanos, novias… llorando la ausencia. Novias que con frecuencia «encontraban consuelo «, para mayor pena del ausente:
«A los tres meses de estar en Ceuta /una carta él recibió;
era de Amelia la que él quería / que le decía que se casó-
Pobre soldado que alegre estaba / se cayó al suelo sin corazón;
y una morita que allí se hallaba, / de esta manera le consoló…»
¿Y a qué viene este cuento? Pues para recordarles que «SER DE LA MISMA QUINTA» quiere decir ser gentes «del mismo año», «del mismo sorte militar», «de la misma hornada»…
Bueno, los «leídos y escribidos», más cultos en su lenguaje, a los de la misma quinta les dicen «CONTEMPORÁNEOS» del latín co- (al par) y tempus (tiempo). El antónimo es ANACRÓNICO, del griego an- o ana- (por detrás) y kronos (tiempo); es decir, de tiempo atrás.
Pues vayamos ahora a las modernas y tan cacareadas CATAS DE VINOS; actos a los que asisten expertos, aficionados y curiosos. Y actos en los que se utilizan expresiones que, o se explican, o causan sorpresa indescriptible.
Porque, ¿saben ustedes?, si degustan vinos de una misma añada («DE UNA MISMA QUINTA»), realizan ustedes una CATA HORIZONTAL; algo así como si se situaran en el eje de las Y en un sistema tridimensional de coordenadas cartesianas. En cambio, si estudian vinos de añadas diferentes (por tanto «anacrónicos») están realizando una CATA VERTICAL; tal como si se ubicaran en el eje cartesiano de las Z.
¡Oiga! ¿Y qué puede estudiarse en el eje de las X? Pues no tengo ni idea; pero pienso que bien pudiera dedicarse a observar el efecto simpaticomimético producido en el catador como consecuencia de la ingesta de etanol si la cata abarca un número 2n+1 (n con tendencia a infinito) de probaturas.
En fin, creo que he dado respuesta cumplida al antiguo alumno que ayer me preguntó: ¡Profe! ¿Una cata vertical es la que se hace de pie?
A propósito: ¿Alguien de ustedes es capaz de completar el final del cantar?