POR FERNANDO JIMÉNEZ BERROCAL, CRONISTA OFICIAL DE CÁCERES

Desde la segunda mitad del siglo XVIII, al amparo del pujante comercio lanero y del progreso institucional que supuso la instalación de la Audiencia Territorial de Extremadura, Cáceres se va a convertir en destino de comerciantes, ganaderos y funcionarios, conocedores de las posibilidades que para sus oficios ofrecía la ciudad. De los nuevos efectivos que se suman al vecindario local hay que destacar los de origen catalán.

Se trataba de familias de comerciantes que llegados a esta tierra acabarían convirtiéndose en los capitalistas más reputados de la ciudad durante gran parte del siglo XIX y principios del XX. Siempre conservaron su lengua y sus costumbres. Fueron ajenos a mestizaje alguno con la añeja mesocracia terrateniente de la villa intramuros y presumieron de ser la primera aproximación a formas burguesas de entender la economía. Estos poseían capital, frente a los que poseían inmensos patrimonios que jamás habían invertido en actividades mercantiles.

Apellidos como Carles, Calaff, Busquet, Segura, Ferrer o Soler, empiezan a formar parte de la vida social, económica y política de la villa. El primero de los comerciantes, de origen catalán, que se ubican en Cáceres será Juan Busquet, venido del municipio de Copons (Barcelona). Se instala en la plaza Mayor y posteriormente en la comercial calle de Pintores.

También en el entorno de la plaza Mayor aparecerán otros apellidos de comerciantes, ubicados en esta zona de la ciudad. Los nombres de Jaime Segura i Ferrer, Ramón y Miguel Calaff o Ventura Carles y Busquet, empiezan a sonar como nuevos capitalistas locales. Rápidamente se pusieron a la cabeza de las actividades comerciales y crediticias. Adquirieron propiedades, tanto rústicas como urbanas. Realizaron inversiones inmobiliarias con la creación de nuevos barrios – Calaff y Busquet- y desde sus tiendas, en Cáceres, suministraban a otras de los principales pueblos de Extremadura, Andalucía o Castilla, sin perder estrechas e íntimas relaciones comerciales con Cataluña, su tierra de origen.

HAY DOS HECHOS que representan los cambios que los catalanes imprimen a la ciudad. En el año 1802 Ventura Carlés y Busquet, inaugura el primer teatro que tuvo Cáceres, El Principal, edificado en la calle Peñas y cerrado 121 años después. En el año 1827, por un precio de 340.00 reales, Miguel Calaff adquiere a la familia Torrearias una de las joyas de la corona linajuda local, el lavadero de los Barruecos, auténtico baluarte del pasado mesocrático cacereño en lo relativo al comercio lanero. Desde la llegada de los catalanes a Cáceres, hubo cosas que nunca volverían a ser como antes.

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