EN SU PRIMERA NOVELA, ‘ATAYFORA. UNA MUJER A LA DERIVA’, LA CRONISTA OFICIAL DE ISTÁN (MÁLAGA) DA VIDA A UNA MORISCA QUE VIVIÓ EN ESTAS TIERRAS HACE CASI CINCO SIGLOS
Su voz suena ilusionada. «Te presento a mi niña», dice sosteniendo la portada de su primera novela. La cronista oficial de Istán, doctora en Historia Moderna, Catalina Urbaneja, ha perdido la cuenta de las numerosas publicaciones académicas que ha firmado, unas 65 a lo largo de su dilatada carrera, donde destaca, entre otras, su faceta como presidenta de la Asociación Cilniana en defensa del patrimonio cultural de la Costa del Sol. A esta entusiasta de la historia, colaboradora semanal de Diario SUR, le faltaba cumplir con un viejo sueño. Ahora lo ha visto cumplido. Lo ha titulado ‘Atayfora. Una mujer a la deriva’.
-¿Qué le ha impulsado a salir de su zona de confort y adentrarse en el terreno de la novela histórica?
-A lo largo de mis investigaciones siempre he encontrado información que no he podido exprimir como quería y la novela, fuera de todo rigor academicista, me ha permitido darle una utilidad diferente.
-¿Piensa que así llegará a un público más amplio?
-Es posible, hay un amplio sector de lectores que prefiere la historia novelada a un tratado histórico.
-¿Qué historia nos presenta en su debut en el género?
-Atayfora es una síntesis de la vida cotidiana de los moriscos de la antigua Tierra de Marbella; sus relaciones con los demás pueblos y con la misma Marbella que, a fin de cuentas, era la capital del territorio.
-¿Quién es Atayfora?
-Isabel Atayfora fue miembro de una importante saga morisca de Istán dedicada fundamentalmente a trabajar la seda. Los varones de su estirpe fueron alguaciles, que en aquella sociedad eran los personajes más acaudalados e, incluso, su hermano Álvaro ejerció, además, como líder de la rebelión de 1569.
-¿Y cómo la encontró?
-Hace algo más de 20 años, en el archivo Histórico Provincial de Málaga, encontré un documento que hablaba de ella como esclava, lo que supuso para mí un revulsivo puesto que conocía muchas de las vicisitudes por las que había pasado su familia.
-¿Qué es lo que le atrapó de esta mujer para darle vida literaria casi cinco siglos después de su existencia?
-El hecho de que los nuevos pobladores de Istán la reclamaran para que regresara a su pueblo natal para hilar la seda que ellos habían dejado en su precipitada huida. Pensé, ¿qué sentirá esta mujer al volver como esclava al lugar donde unos años antes había sido señora?
-¿Y qué relata esta heroína? ¿Qué enseña esta esclava por medio de sus reflexiones de ese mundo suyo definitivamente masacrado?
-Desde la distancia va contando las sucesivas etapas de su vida, la de sus familiares y convecinos; sus alegrías y tristezas. También refleja cómo vivió el pueblo morisco las represiones inquisitoriales y las medidas adoptadas por la Corona para integrarlos en una sociedad que los infravaloraba, aunque más que integración se estaba decretando la aculturación. Algo a lo que no estaban dispuestos. Más tarde, cuando hayan perdido la guerra y sufran las consecuencias de su levantamiento, Isabel irá hilando los momentos más decisivos de su vida comparándolos con su situación actual, y comprenderá que los dramáticos acontecimientos vividos hubieran podido evitarse con una actitud más tolerante por ambas partes.
-Su protagonista, que fue cabecilla en su tierra, que fue una superviviente, ¿considera, de verdad, que fue una mujer a la deriva?
-Por supuesto. Atayfora está en Marbella sometida a esclavitud, pero no sabe nada de los suyos pese a que muchas moriscas estaban siendo liberadas a cambio de un rescate. Ella permanece expectante, sola y ansiosa por ver aparecer a su hermano o a su marido para liberarla, algo que no va a ocurrir. Por eso se siente a la deriva, porque ignora cuál va a ser su futuro y si en algún momento conseguirá recuperar a su familia.
-No es la primera vez que usted aborda el mundo morisco antes o después de las revueltas de 1569, así que dígame, desde el punto de vista histórico, ¿qué novedad va a encontrar el lector en estas páginas?
-Pienso que ninguna, acaso desmitificar y dignificar dentro de lo posible a los moriscos. Sobre ellos está todo o casi todo escrito, sin embargo, en mi novela he tratado de aglutinar toda la información que he podido recoger de diferentes autores y cohesionarla, darle una continuidad para presentarlos como un pueblo -o una nación como ellos preferían llamarse- con características propias. La suya fue una cultura a caballo entre la andalusí y la castellana, pues después de tantos años de convivencia había sido capaz de asimilar lo mejor de cada una de ellas.
-¿Cuánto hay de ficción en esta historia real?
-Algo, aunque no demasiada. La mayor parte de los personajes existieron realmente, pero no todas las situaciones que se dan en la novela fueron tal y como en ella se reflejan. Hay un margen para la imaginación, acaso con la pretensión de hacer más amena la lectura.
-Ya que usted ejerce de ‘voyeur’ en esta novela, indagando en las actividades diarias, la vida privada y la cultura de los moriscos en la zona de Marbella antes de que el exilio o la muerte los expulsara para siempre, ¿qué diría que puede resultar más sorprendente para el lector del siglo XXI? Y no me diga que para descubrirlo tendrán que leer la novela, que, por supuesto, pero ponga el cebo para ello…
-Para quienes me han oído hablar de los moriscos, quizá el hecho de verlos «humanizados», que han conseguido adquirir vida propia y que no son tan híbridos como nos han hecho creer, sino que son personas normales, con sus luces y sus sombras, a las que les tocó vivir en una época marcada por el fanatismo religioso y el temor de Felipe II a los turcos, presuntamente aliados de los moriscos.
-¿Cómo ha sido y cuánto ha durado el proceso de creación?
-Atayfora adquirió vida propia desde el preciso instante en que transcribí aquel documento fechado en 1573. A partir de ahí, fui madurando la idea y dejándola para más adelante, para cuando pudiera dedicarme exclusivamente a ella. En ocasiones escribía algo, diseñaba algunas escenas, componía cuadros familiares, pero centrarme en ella no lo hice hasta hará unos cinco años y fue a raíz de mi jubilación, cuando decidí que ya no había excusas ni motivos para dilatar por más tiempo este proyecto. Y así fue.
-¿Ha habido sorpresas en ese viaje creativo?
-Por supuesto. Algunos personajes han llegado a sorprenderme pues si en principio pensaba dejarlos en un segundo plano, poco a poco fueron adquiriendo personalidad propia y tuve que dejarles su hueco. La verdad es que en determinados momentos sólo he sido un mero instrumento dirigido por la fuerte personalidad de muchos de ellos.
-¿Qué enseñanza le ha transmitido Atayfora?
-Que, tanto en la historia como en el mundo real, no puede hablarse de buenos ni de malos, sino que son las propias circunstancias las que te mueven en uno u otro sentido.
Fuente: https://www.diariosur.es/ – NIEVES CASTRO