POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Dice un refrán muy antiguo que «al inviernu nunca lu comió el llobu», expresando con ello que los fríos, aguas, nieves… invernales, tarde o temprano, siempre harán su presencia. Y en esas estamos, hoy 22 de enero de 2018, con todo ese cúmulo de regalos frioleros. Y con ellos, «andanciu» (es decir, epidemia) de catarros, gripes, afecciones respiratorias, fiebres, dolores de huesos…
¿Cómo afrontar esa situación?
Otra vez el refranero asturiano nos brinda una respuesta-remedio muy eficaz: «AL CATARRU DA-I COL XARRU; Y SI ESTÁ MUY AGARRAU, SIDRA O VINO CALENTAU».
Pues, eso. Recordando refranes y remedios de viejos tiempos, hoy casi en el olvido, vamos a comentar un poco este asunto.
Verán ustedes.
El destino de bebidas calientes (agua, zumos de frutas, caldos…) «enriquecidas» con vino para remedio de dolencias respiratorias, catarrales, etc. se remonta a las costumbres clásicas de Grecia y de Roma. Ya en Europa, y nos referimos a tiempos medievales, eran muy usuales los «fervidillos» (possets) a base de leche muy caliente con vino y, en ocasiones, un huevo batido con ello.
En nuestra España del siglo XI, tan influenciada entonces por la cultura árabe, era muy recomendados los caldos de gallina negra, joven y afónica, pues parece ser que con tales cualidades las pollas son más sabrosas y más grasas.
En la medicina de toledana de ese siglo, durante el reinado en Toledo Yahyá ibn Ismail ibn Dhil-num, el famosi «Alimenón», vivió un sabio árabe de estirpe andalusí conocido como Abenguefit y cuyo nombre real, muy largo, «terminaba en Ibn Wafid».
Fue autor, entre otros, de un curioso libro de «remedios caseros» ( Kitab al wisad o Libro de la almohada).
Vean, vean, esta receta «para los que tienen fiebre»: Se toma medio ratl de manzana dulce de buena clase, se pela, se le saca la carne, se exprime y este líquido se lleva a un cuenco de barro. Se añade medio ratl de contitura de rosa de buena calidad y otro tanto de agua y cuando el enfermo desee beber se le da este preparado. Si se le echa una uquiyya de azúcar en polvo es mejor y más útil si está caliente. Si quiere Dios, ¡ensalzado sea!».
Como ven, ¿qué nos recomienda el Abenguefit?
Una buen «vasu de sidra del duernu con azúcar y bien caliente!
Como -así lo cantaban en La Verbena de la Paloma -» hoy las Ciencias adelantan que es una barbaridad», las gentes dimos en sustituir la sidra del duernu por un buen vino blanco castellano y fuerte, al que añadimos tres granos de café, dos rodajitas de limón y una cucharada de azúcar. Y a calentar hasta que hierva.
Pero, ¡ay amigos!, las gripes y catarros nos dejan «frayaos»; o lo que es lo mismo, «hechos unos zorros»; es decir, débiles de cuerpo y de espíritu. Y, claro, hay que poner remedio a este problema.
¿Cómo? Pues con un buen caldo caliente «de pita» (ya lo decían: negra, joven y afónica) o de «cocido de garbanzos».
Antiguamente (bueno, cuando yo era rapaz) el mejor reconstituyente para «dolientes» y «enfermizos» era lo que los andaluces llaman «candié» (del inglés candy = caramelo y egg = huevo) y por Colunga decíamos PONCHE. Consistía en una yema cruda de huevo con azúcar, bien batida y complementada con un chorro vino dulce oloroso (o quinado) y otro de leche bien caliente.
¡Una maravilla, oigan, una maravilla!
Un servidor, y perdonan la nostalgia, aunque está vacunado contra la gripe, se acaba de preparar este ponche caliente «porsi…» como dice ahora la juventud.
No les extrañe: es que los viejos somos como niños.