POR ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA)
La Catedral de la Encarnación se levanta en el lugar que ocupara la Mezquita-Aljama o mezquita mayor de la ciudad durante los ocho siglos de dominio musulmán.
Iniciada su construcción en la primera mitad del siglo XVI y continuada a lo largo del XVII y XVIII, es obra inacabada a la que falta el remate de la fachada principal y completar la torre sur. Este enorme templo, se ve envuelto en constantes interrupciones y cambios de dirección hasta bien entrado el siglo XVIII cuando, en 1782 y con una de las torres de la fachada principal sin acabar, se pone fin a un largo proceso constructivo. Parece ser que el afamado arquitecto Enrique Egas, venido desde Toledo en compañía del maestro cantero Pedro López ya emite un primer informe en el mismo año 1528 sobre sus trazas, siendo el mismo Pedro López, el encargado de dirigir las obras de la cabecera, diseñada por otro de los grandes maestros de la época, Diego de Siloé. Después de un período de inactividad el Cabildo hace venir en 1549 a Andrés de Vandelvira, famoso arquitecto y cantero que trabajó en las Catedrales de Jaén, Baeza, Granada y Sevilla, así como en la Iglesia del Salvador de Úbeda.
De su interior cabe destacar la obra escultórica del coro, con 42 tallas realizadas por Pedro de Mena y los dos órganos del siglo XVIII que cuentan con más de 4.000 tubos y que se conservan en buen uso. Alberga un interesante Museo Catedralicio.