POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
¡Bueno! Hoy vamos a ponernos científicos para hablar de los potarros o potas, como también se llama a estos animalitos.
Estos bichos (un alumno respondió en un examen que los animales se clasifican en dos grandes grupos: «gusanos» y «bichos») son muloscos (del latín «mollis» = cuerpo suave y blando) cefalópodos (del griego kephalé-pous = con pies en la cabeza) decápodos (del griego deka-pous = diez pies).
Su nombre científico es Ommatostrephes sagittatus Lamk. (del griego Omma-strephein = volver los ojos, y del latín sagittatus = conforma de flecha).
¡Qué cosas!
Todo ese rollo grecolatino para decir que la pota, o el potarro (an asturiano, «potarru») es como un calamar, pero más a lo «ordinario»; y el «potarrín» es como un chipirón a lo «basto».
Digo lo de «ordinario» y «basto» porque el olor y sabor de estos cefalópodos difiere bastante del del calamar, siendo más fuerte y muy característico.
Los potarros, al igual que los calamares (y esto es muy frecuente en restaurantes), se ofrecen en fritura al estilo de «rabas» e incluso en muchas pescaderías se venden «rabas de pota» para freír.
En otros casos, aprovechando tinta de sepia («xibia»), se guisan «en su tinta» y se sirven con arroz blanco o con patatas fritas.
Están riquísimos.
Ahora bien, a mi, personalmente, como más «me privan» es en guiso con patatas y un toque de arbeyinos (guisantes).
Para mi, es uno de los guisos más antiguos, más sabrosos y con mayor sabor «a mar».
Así los preparamos en casa:
En una cazuela grande, al fuego, echamos (todo en crudo) patatas escachadas en trozos mediano-pequeños, cebolla y pimiento (rojo y verde) picado, potarros (limpios y troceados), media hoja de laurel, pimentón dulce, aceite y una guindilla pequeña.
Se rehoga y se añade caldo de pescado o agua hasta cubrir.
Cuece todo a fuego moderado.
A media cocción se suman los guisantes y se sazona con sal. Terminada la cocción, el guiso debe reposar al lado del fuego durante una media hora abundante.
Se sirve, bien caliente, en cazuela de barro.
¡Ah! Y como el sabor es muy marcado y dominante, suavícenlo con un buen vino de Cangas del Narcea (tinto y asturiano) bebido en «cachu» de castaño.
La sorpresa es mayúscula.
NOTA
El uso o no de laurel es optativo