POR JESÚS MARÍA SANCHIDRIAN GALLEGO, CRONISTA OFICIAL DE ÁVILA
El abulense Celerino Martín Jiménez (1951), quien fue maestro de la escuela de la localidad de Mijares (743 habitantes) y mijariego desde hace cincuenta años, continuará ejerciendo la docencia como cronista de forma vitalicia en el pueblo que un día le acogió como enseñante.
“Llegué aquí el 23 de agosto de 1972, destinado a enseñar a los niños como “maestro escuela” y lo cierto es que en estos casi 50 años, no he hecho otra cosa más que “aprender” de vosotros”.
Desde entonces, Celerino estuvo matriculado como alumno de la historia y la cultura centenaria de Mijares, habiendo obtenido ahora, en el acto de su graduación del pasado viernes, el título de cronista oficial. de reciente creación que otorga unánimemente el Ayuntamiento que preside Soraya Blázquez Domínguez, una vez que ha demostrado amplios conocimientos sobre la comunidad rural del Valle del Tiétar en la que se avecindó, donde ejerce también de incansable divulgador y comunicador.
Mijares es el primer municipio del Valle del Tiétar en institucionalizar la figura del cronista (BOP, 3.03.2022), lo cual, actualmente, es muy habitual y común en las ciudades y pueblos de España que buscan permanentemente sus rasgos de identidad. En la provincia de Ávila sólo tienen cronista oficial las localidades de Arévalo (Ricardo Guerra), El Barco de Ávila (Antonino González) y Burgohondo (José Antonio Calvo), aparte de un servidor que lo es de la capital.
Ahora, con el fin de acercarnos al significado del acto que ha tenido en Mijares, cuya reivindicación ya fue anticipada en el mes de marzo por José Mª González Muñoz en El Periódico del Tiétar, retomamos el discurso que pronunciamos en la toma de posesión del cargo de cronista oficial de Ávila. Y como decíamos entonces, apuntamos que la distinción de cronista oficial es un reconocimiento y un honor a una determinada trayectoria ilustrada y humanista, que ahora impone la obligación de serlo de verdad.
El nombramiento de un cronista se asemeja a la coronación de los poetas laureados de la antigua Grecia, y al reconocimiento que merecían los cantores épicos de Roma y el sacro Imperio Germánico, así como a los relatores regios medievales y de la monarquía hasta la creación de la Real Academia de la Historia con Felipe V.
Más aún, el perfil del cronista también coincide con el de aquellos viajeros que narraban las aventuras de exploradores y navegantes para dar testimonio de sus hazañas; de la misma manera que llamaban la atención las crónicas de los antiguos copleros y recitadores de romances de ciego que iban de pueblo en pueblo transmitiendo historias edulcoradas de las que juraban su veracidad.
Hoy el cronista es un narrador que ambienta y sitúa al lector en conexión con la historia. Lo mismo que el cronista suele ser notario o fedatario público de acontecimientos llamativos y hechos que recopila, sobre los que escribe y detalla, y de los que casi nunca es el actor principal. En su trabajo interpreta los hechos con voluntad de compartir conocimientos en un clima de confianza, e impulsa la investigación con una especial querencia por la conservación de su patrimonio y sus tradiciones poniéndolas en valor. Al mismo tiempo, se le reconoce un compromiso, independencia y objetividad en el nuevo vínculo de intermediación que se crea entre la población y los representantes municipales que lo han elegido para aunar una conciencia vecinal común en defensa de los valores culturales de la ciudad y de sus habitantes.
Finalmente, el carácter revulsivo y contagiador de lazos de paisanaje, sensibilidad artística y atracción identitaria que se procura, hace que el cronista “oficial” no surja como una figura decorativa y protocolaria.
Volviendo a nuestro protagonista y compañero Celerino Martín. diremos que nació en San Juan de la Encinilla, la corte de La Moraña: “Yo nací en La Moraña, tierra de cereales. Allí las tareas de cosechar y recolectar cereales, especialmente trigo, era algo diferente”. Campos que cantó Lope de Vega: “Hoy segadores de España/ vení a ver a la Moraña,/ trigo blanco y sin argaña,/ que de verlo es bendició. Ésta sí que es siega de vida, ésta sí que es siega de flor”. Este casual natalicio siempre ha estado en su memoria, no en vano suele recordar en su procedencia morañega, tierra que describe con las palabras de Unamuno: “tierra llana como la palma de la mano”. Reiterando de nuevo: “Sí, yo nací en La Moraña, despensa de Castilla en cereales”.
No paró mucho Celerino en la tierra morañega al seguir los pasos de su padre maestro de escuela, y la familia terminó asentándose en Ávila a la sombra del monasterio de Santo Tomás. Estudió en los salesianos El Royo (Soria) y Zuazo (Álava) y Arévalo (Ávila). Luego se hizo maestro. Cuando en 1972 llegó a la escuela de Mijares, la misma en la que también había ejercido su padre en 1940, descubrió que “existía, otra Ávila. Una tierra, al otro lado de las montañas: tierra fértil, repleta de vegetación, donde el agua corría por doquier, y la montaña estaba a ‘un tiro de piedra’”. Un sorprendente contraste que le atrapó para siempre en Mijares, igual que a otros muchos, donde conoció a su esposa Margarita, hija de “tío” Eloy, y donde contagió su querencia a sus hijos y nietos, tal y como relata en tercera persona: “se casó, con Margarita, y formó una familia y, aunque no tiene aquí su residencia “de cutio”, se enorgullece al decir: ‘soy mijariego’”.
Celerino, a la vez que enseñaba las primeras letras en Mijares ejerciendo el magisterio, además de «inventar» ‘El hogar juvenil’ de ocio y entretenimiento, se hizo historiador, lingüista y cartógrafo de este pueblo singular aprendiendo de niños y mayores la riqueza de los usos y costumbres de esta tierra deslumbrante. “Y continuó con los jóvenes aprendiendo juntos dónde estaba la “cueva de La Seruela”, o la “del tio China”, o “Canto Gordo” en La Pradera… E incluso llegaron, en el viejo “850 rojo” hasta los mismos pies de “Los Galayos” en Guisando”. Y de nuevo vocabulario aprendido recuerda: «“maaa…”, “aljar”, “quebraero”, “pesquera”, “endilgar”, “vas pa’ arriba”, “cholón”, “chajurda”, “prote”, etc.»,
De las gentes de Mijares, Celerino rememora un peculiar padrón de habitantes, término que gustaba a Azorín en su relatos, componiendo de aquí un mosaico formado por antiguos alumnos y hombres y mujeres “sabios”: “’Tío» Gerardo, siempre con su blusón azul, sus pantalones de pana negra, su faja y sus alpargatas; «Tía» Leoncia, mujer conocedora de mil historias; Fili, hombre del tiempo local por sus conocimientos basados en la observación diaria; «Tía» Juana, «Tío» José «Morejo”, “Tía” María “la Resinera”; “Tío” Benito “Charlilla”; “Tío” Demetrio; “Tío” Eloy (su suegro), “Tío” José “Pachón”; “Tío Cacerolo”, que recogía la basura en un carro tirado por una mula; “Tío Máximo”, el electricista, con su escalera al hombro; “Tío Benito” y “Tía Rosario”, los taberneros; “Tío Paco”, el alguacil; Don Nicomendes, el cura; etc.
A ellos se suman los floclóricos rondadores (Lino, Benito, Antonios(s), Carlos, Ángel, Mari Flor, etc.); compañeros maestros y otros muchos paisanos que ya no están y que dejaron su impronta en diversos oficios: “Hay profesiones que en los últimos 50 años han desaparecido. Aquí en MJRS ya no hay molineros, ni resineros, ni esquiladores de burros…. Almazaras, molinos, telares, batanes, tejeros, «peceros», porqueros, son lugares u oficios que «fueron» y de los que no queda ni rastro. Yo tuve la suerte de ver extraer el aceite en la vieja almazara de La Nogalera o mancharme con el polvo de la harina unos metros más abajo en el molino”.
Finalmente, Celerino, en su pregón de 2012, se reafirma de su aprendizaje diciendo que “sobre todo, aprendió que solidaridad, unidad, generosidad y diversión son palabras que, aquí, en Mijares, tienen un significado más profundo que en otros lugares”.
Entre las numerosas aportaciones de Celerino Martín a la historia de Mijares están sus textos y dibujos en el Libro de Fiestas que ideó en 1981, pionero en el Valle del Tiétar, y que se publica cada año. Ejerció de pregonero festivo en 2012 con un interesante repaso biográfico de hijo agradecido. Sobresale también su estudio de la ‘Escritura de la concordia entre la villa de Mombeltrán y las eximidad de su jurisdicción y los lugares que se mantienen en ella’, un documento suscrito el 17 de febrero de 1703 sobre amojonamiento de términos y dehesas, y nomas de convivencia. El trabajo fue publicado en la revista Trasierra (2/1997) por la Sociedad de Estudios del Valle del Tiétar, entidad que ejerce de verdadero cronista de los pueblos de la comarca. Colaboró en la revista La Pinosa, nombre tomado del castro vettón de Mijares, y en 2017 se alzó con el premio del concurso de relatos cortos.
Actualmente es ingente su actividad en las redes sociales donde se ocupa de la historia, las gentes, el paisaje, las tradiciones, el folclore, las fiestas, etc, sobre los que escribe e ilustra con fotografías. Algunos temas tratados son, por ejemplo, la catástrofe de una gota fría (DANA) que arrasó Mijares en 1680; ‘El viejo castaño del Rastrujuelo’; ‘El charco dela Esquinilla El Largo’; ‘La Garganta de las Torres’; ‘La Tía María La Resinera’; ‘Los diezmos’; los santos patrones San Bartolomé y la Virgen de la Sangre, también de San Antón y San Isidro; las aldabas de las puertas, los cigoñinos, la música, la trilla, las bodas, la fragua, etc.
Con todas estas cosas flotando en el ambiente, el pueblo de Mijares quiso honrar a su antiguo maestro invistiéndole como flamante cronista elegido para cantar sus proezas históricas y preservar sus tradiciones.
Intervinieron en el acto de toma de posesión apoyando la valía y los méritos del Celerino, un hombre comprometido con la cultura y trabajador incansable en favor de su pueblo, Pilar Gardiazábal (presentadora), Soraya Blázquez (alcaldesa), José María González Muñoz, investigador y fundador de SEVAT y la revista Trasierra; Demetrio Martín Martín, Genoveva Domínguez San Segundo, sabia mujer polifacética; David Sánchez González, investigador y últimamente rescatador de canciones; Antonio Antúnez, abuelo y andaluz; Luis Palomo y uno mismo. Igualmente, intervinieron los músicos de la Ronda de Mijares (Mari Flor, Ángel González y Antonio Ramírez), quienes además hicieron las delicias con hermosos himnos y tonadas. También estuvo presente el viceconsejero de Sanidad de la Junta de Castilla y León Jesús García-Cruces, como buen mijariego consorte. Todos ellos y un entregado público aplaudieron al nuevo cronista, quien, a buen seguro, dará excelente testimonio de la historia viva de esta tierra.
A continuación, Celerino Martín recibió de manos de la alcaldesa la insignia municipal y el título de cronista, y una placa conmemorativa para la fachada de su casa. En su discurso agradecido y emocionado, Celerino repasó la historia de los cronistas que contaron y protagonizaron la historia de Mijares. Desde los vettones de la Pinosa asentados en la Edad de Hierro, hasta los escribanos del ‘Pacto de la Concordia’ (1703), del Catastro del Marqués de la Ensenada (1749) y del Diccionario Madoz (1845), sin olvidar a los hombres y mujeres que a lo largo de la historia dejaron su impronta en la vida y cultura de este pueblo, desde aquél alfarero que escribió en una teja ‘A doze de agosto de 1736, el incendio, derrota y lástima que uvo en Mixares.1736’, hasta las proezas conseguidas en el deporte escolar de la mano de Isaac Muñoz Quirós alcanzando la gloria en la práctica del voleibol tanto en la provincia como en Castilla y León en los años ochenta. Reseñando como última hazaña, el viaje solidario desde Mijares a la frontera de Polonia con Ucrania de Mario Sánchez y David Domínguez conduciendo una furgoneta cargada de ayuda humanitaria.
Finalmente, retomamos el agradecimiento permanente de Celerino expresado en su día como pregonero: “Gracias a la vida, que me dio a Mijares/ con el Río Tiétar y los olivares/ con el Charco Largo y con sus pinares/ con La Centenera y los castañares/ Hombres y mujeres lo más importante./ Gracias a la vida por estar contigo/ y con otros muchos que sois mis amigos/ os tengo muy cerca cuando os necesito/ siento vuestras manos que me dan cariño/ y si tengo frío me prestáis abrigo”.
FUENTE: https://avilared.com/art/64170/celerino-martin-el-maestro-cronista-de-mijares