POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (CÁCERES)
En junio de 1914 la Corporación Municipal de Montijo se ocupaba en construir un nuevo Cementerio Municipal, por imponerse la clausura del que existía, situado en el hoy Parque Municipal, a causa de su reducida área y proximidad a la población, ofendiendo con ello a la salud. Se había inaugurado en 1807. Antes de esa última fecha los enterramientos se hacían en el interior de las iglesias y sus aledaños. Los ediles trabajaban acerca del dueño de la finca en que había de levantarse, para que éste cediese el terreno necesario, al objeto de evitar el expediente respectivo en el período de “necesidad de la ocupación del inmueble”. Era alcalde Francisco Rodríguez Cavero, secretario Bernardo del Amo, y concejales Pedro Pinilla Coco, Pedro Mateo Pinilla, Alonso Gutiérrez Bautista, Juan de los Ríos Gómez, José Casto Zarzo Cidoncha, Santiago Guzmán del Viejo, Diego Lozano Aparicio (padre de Diego Lozano Rodríguez, jugador de fútbol internacional que triunfó con el Atlético de Madrid), Juan del Viejo Martín, Pedro Carretero Romano, Juan Bautista Lavado, José del Viejo Piedehierro, Juan Rivera Bautista y Toribio Pinilla Gutiérrez.
El 27 de junio el Ayuntamiento adquiría 10.643 m2 de terreno rústico a Amparo Lorenzo Codes, que segregaba de una finca de su propiedad, situada en el camino de La Roca de la Sierra, ajustándose el precio de la compra-venta en 5.125 pesetas. Destinándose el terrero comprado a construir el cementerio.
El proyecto del cementerio municipal fue realizado por el arquitecto provincial Ventura Vaca (1855-1938). Realizó en Montijo, entre otros, los proyectos del paseo del Campo de la Iglesia, construido por Jerónimo Cabezas González, entre 1884-1886, y el Matadero Municipal. Siguió en principio las líneas del eclecticismo, aunque también practicó el modernismo, dejando muestras de su personalidad en varios edificios de la capital pacense. El 10 de julio, fueron adjudicadas las obras a Modesto Cabezas de la Riva en el precio de 25.600 pesetas.
Sin embargo, la construcción de los primeros nichos (diecisiete grupos de tres nichos por fila vertical) fue adjudicada el 30 de abril de 1915 al maestro de obras José Marín Rodríguez. El primer sepulturero fue José Arnela Pavón, al que el Ayuntamiento le ajustó un salario diario de dos pesetas. A partir de entonces comenzaron los enterramientos en este nuevo recinto y al traslado de los restos del viejo cementerio. Durante la epidemia de la llamada “gripe española”, en los meses de octubre-diciembre de 1918 fallecieron ochenta y dos personas. Las autoridades municipales viendo que estaban por agotarse los nichos construidos, acordaron que en virtud de lo urgente se construyeran los necesarios. Y emplear varios jornaleros en abrir sepulturas por no bastar las que podía hacer el sepulturero por sí solo. El cementerio fue dividido en dos cuarteles bajo los nombres de Virgen de Barbaño y Virgen del Carmen. Tras la última ampliación reciente, la última zona ha recibido el nombre de cuartel de la Virgen de Guadalupe. (ARTÍCULO PUBLICADO EN CRÓNICAS DE UN PUEBLO). Aquí: