POR ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA)
Hoy ha tocado cena tradicional catalana en Madrid y es que catalanes y madrileños compartimos muchas cosas por más que nuestros políticos se empeñen en enfrentarnos.
El calçot es una variedad de cebollas tiernas. El calçot de Valls es un producto con Indicación Geográfica Protegida que se caracteriza por una longitud de 15 a 25 cm (parte blanca) y un diámetro, medido a 5 cm de la raíz, de entre 1,7 y 2,5 cm.
Son habituales en la zona interior de Cataluña, pero especialmente de toda la zona occidental, correspondiente a las tierras del Ebro y la comarca del Alto Campo, y es el plato más emblemático de la población de Valls (Tarragona). Es uno de los platos típicos de la gastronomía catalana, muy consumido a finales de invierno con salsa romesco, completando con un segundo plato compuesto por carnes y butifarras típicas. Cada vez son más numerosos los restaurantes que los sirven en Madrid y otras comunidades. Comer calçot tiene su ritual. Se quita con la mano la parte ennegrecida por las brasas, se moja en salsa romesco y se lleva a la boca. Tan sólo se come el final blanco de la cebolla. Se hacen a la brasa y se sirven en teja. Hoy han estado acompañados por unas excelentes butifarras y crema catalana, además de un buen vino. Un disfrute para los sentidos.
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