POR JOSÉ ANTONIO RAMOS RUBIO, CRONISTA OFICIAL DE TRUJILLO (CÁCERES)
Desde que el 14 junio del año 1926 la congregación de religiosas Hijas de la Virgen de los Dolores, fundada por la Madre Antonia María Hernández Moreno, decretaba en la capilla de la Casa Madre en Trujillo el ‘Nihil obstat’ 1y el 21 noviembre del citado año se celebraban con toda solemnidad las aprobadas Constituciones marcando un hito en la historia de esta institución religiosa, llevaron a cabo la loable iniciativa de extender sus enseñanzas, el proyecto institucional religioso y el amor a Dios y al prójimo por los distintos rincones de la geografía española y allende de los mares, desde la fundación de la casa de Miajadas en el año 1928, Almoharín en el año 1932 y así hasta nuestros días2.
En el año 1933 el lugar conocido como “Las Viñas” o población de Pago de San Clemente lo formaban un conjunto de casas dispersas por zona montañosa y mansiones señoriales. La congregación de las Hijas de la Virgen de los Dolores se instalaron allí, en un lugar denominado “La Pizarra”, el día 11 de abril del año 1923 en una casona propiedad de doña Rosario Paredes. Las primeras religiosas que ocuparon esta vivienda fueron la hermana Asunción, Carmen María, Rosa Vega y Encarnación Suárez, dedicadas a la enseñanza de la doctrina cristiana y atender a los niños pobres de la zona. Pero esta vivienda se encontraba en muy mal estado y unas condiciones deplorables. Por eso, una bienhechora de Trujillo entregó el lagar familiar, conocido como “Nuestra Señora de la Paz”, a las religiosas, fue doña Josefa Pérez Aloe en el año 1935.
Al lado tenía una ermita restaurada en el año 1875 por don Francisco Villarreal Serrano, notario público de la ciudad de Trujillo que fue bendecida el 19 de mayo del año 1875 por don Francisco Reglado, caballero de la Orden de Cristo y cura de San Martín. En el año 1940, terminada la contienda civil española, se construye un pabellón para locales escolares en el denominado “Olivar del Poeta”, se prepara la vivienda para doña Josefa Pérez y se organiza un internado. En el año 1954 se empieza la construcción de una nueva planta y a finales del año 1956 se termina la estructura principal de la vivienda y centro de enseñanza. En el proceso constructivo también se realiza la actual capilla y un artístico porche con arcos apuntados y revestimiento de ladrillo visto, y en el piso superior un oratorio y salas, pues la capillita de doña Josefa Pérez Aloe estaba situada en la habitación de entrada a la Casona, donde actualmente se conservan los bienes muebles de la bienhechora.
El año 1960 las hermanas consiguen tener luz eléctrica, gracias a las aportaciones -entre otras- de doña Josefa Pérez con 80.000 pesetas. A lo largo de los años se irán introduciendo mejoras, se construye una capilla amplia y se amplía el centro de enseñanza para 120 niños3. En tal ocasión, se encalan las paredes y, al exterior, se utiliza el color ocre, para marcar esquinas, el recercado de los vanos y el zócalo. Se trata de un edificio abierto y aparentemente compacto, en el que tanto el paseo de entrada cerrado con una artística galería, como las dimensiones del volumen único constituyen la imagen del complejo espiritual, emblemático y de fuerte carácter tradicional.
En el año 1992, la empresa Construcciones Abreu construye en su interior una amplia galería en donde existía un patio trasero. Una galería que articula el acceso a las distintas dependencias que se construyeron anexas a la primitiva edificación: servicios, habitaciones, sala de costura y plancha, y que comunica con otras dependencias traseras de la vivienda. La galería tiene planta cuadrangular con arcos carpaneles en sus lados Poniente y Mediodía con cubierta de viguería y paramento de azulejos talaveranos; mientras que en las zonas Norte y Sur, se abren vanos rectangulares y se cubre con acristalamiento que permite la entrada de luz, consiguiendo imprimir en el conjunto un cierto desahogo, tranquilidad y luminosidad.
El argumento básico de intervención, que discurre sin traumatismos ni conflictos entre la arquitectura preexistente y sus nuevos contenidos, es la creación de un amplio patio interior para facilitar la penetración hacia los sectores más interiores del conjunto y conectarlo con el exterior, facilitando la iluminación natural en los cuatro pasillos o corredores que rodean al patio. La propuesta de intervención pretendía ser un ejercicio de recuperación y creación de vacíos, de búsqueda del contraste entre la luz y la sombra, de predominio del espacio horizontal bien temperado.
Esta nueva zona se articula en torno al núcleo central de instalaciones y servicios, de manera que se consigue la adecuada relación entre sus alas oriental y occidental en plantas diáfanas que permiten realizar modificaciones en un futuro con gran libertad. También, en el año 1992 se lleva a cabo una importante reforma en la capilla, donde el propio maestro de obras don Antonio Abreu diseñó el Altar Mayor, también se construye el comedor grande y la sala de estar, donde existía un aula para los niños. La heterogeneidad tectónica y de escala queda superada para conformar un conjunto en el que los espacios libres juegan un importante papel relacional.
El edificio resultante se aleja de la fórmula convencional del uso educativo que había tenido hasta entonces, acercándose también a la tipología de centro de espiritualidad y, en definitiva, un sitio para reunirse, para la reflexión y el estudio y la oración, pero fundamentalmente para vivir.
En el año 2007 se construye el Pabellón “Juan Tena” de planta rectangular con cubierta a dos aguas y teja árabe, con un porche cerrado a la entrada. Es un edificio de reducidas dimensiones –en lo relativo a la altura- con respecto al edificio preexistente que se encuentra enfrente; tiene en su interior un amplio salón para reuniones, servicios y dormitorios, siguiendo la línea constructiva del resto de las edificaciones preexistente, con la excepción de utilizar distinto color al ocre, para marcar esquinas, el recercado de los vanos y el zócalo.