EN OCTUBRE 1926 DETERMINARON EL LUGAR PROPICIO Y SOLO EL CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD, JOAQUÍN SANTISTEBAN DELGADO (1870-1959), MOSTRÓ SU DESCONTENTO, YA QUE PARA ASCENDER AL CERRO HABÍA QUE ATRAVESAR EL BARRIO DE LAS PERCHAS
Del reinado alfonsino a la dictadura primoriverista que acabó con la Restauración monárquico-borbónica, Almería vivió el primer tercio del s. XIX bajo la influencia absoluta y exacerbada del nacional-catolicismo dimanante del Estado, con la interesada complicidad y estímulo del clero diocesano provincial y órdenes religiosas. Es en este contexto político donde debe entenderse la instalación en la primavera de 1930 de la imagen sacra colonizadora del espacio amesetado de San Cristóbal.
Acto que contó con el beneplácito entusiasta de la feligresía creyente y la resignación obligada de aquellos que no lo eran, a quienes en ningún momento el Ayuntamiento (su principal promotor) consultó sobre la oportunidad o no de la iniciativa, si bien se trataba de un terreno privado. Independiente de la alteración paisajística del promontorio que antecede al circo montañoso que rodea a la ciudad, téngase en cuenta que un año después, en las elecciones municipales que propiciaron la instauración de la II República, gran parte del censo de habitantes con derecho a voto lo hizo a siglas de izquierdas.
Antecedentes y alternativas
Mientras que desde 1931 Río de Janeiro exhibe su icónico Cristo Redentor o Corcovado como atractivo turístico, dominante de la ciudad y playas cariocas gracias sus 710 metros de altura -por señalar un ejemplo clásico de colosalísimo escultural-, los antecedentes españoles debemos fijarlos en la sierra madrileña de Getafe, el del Cerro de los Ángeles, inaugurado por Alfonso XIII en mayo de 1919, obra de Aniceto Marinas-Carlos Maura. Curiosamente, en dicha entronización tres almerienses cobraron protagonismo: el jesuita zurgenero Alfonso Torres (1879-1946), el daliense elevado a los altares José Mª Rubio (1864-1929) y la capitalina Ángela Fornovi (1883-1978), presidenta de la sección de damas de la Comisión del Monumento al Sagrado Corazón constituida en marzo de 1927 y encabezada por Andrés Cassinello Barroeta; secundado por Florentino de Castro Guisasola, Juan J. Vivas-Pérez Bustos, Antonio Abellán, Francisco Martínez y Fructuoso Pérez, de ideología derechista. Al dispuesto en el Cerro de Los Ángeles, siguieron otros en Málaga, Murcia, Menorca, Barcelona, Bilbao, Cádiz o Albacete. A destacar en la provincia la estatua en Vera (1949) sobre el cerro del Espíritu Santo.
El pleno municipal celebrado el 30 de junio de 1926, presidido por el alcalde Rovira Torres, acordó, entre los puntos del orden del día, la “Consagración de Almería al Sagrado Corazón de Jesús”, a instancia de distintos concejales pertenecientes a partidos conservadores y tradicionalistas: ”Que la ciudad de Almería realice una manifestación pública y solemne de su catolicismo, de sumisión a su Realeza Divina”. Diez días después se reunieron con el obispo, Bernardo Martínez Noval, llegando al acuerdo de erigirlo contando con las aportaciones de la feligresía, con un mínimo de 25 céntimos para darle un carácter popular; amén de las 1000 pesetas iniciales aportadas por el Ayuntamiento. Sin embargo, disensiones partidistas en el seno de la Corporación aparcaron el tema para mejor ocasión. Finalmente, en marzo de 1927 se constituyó formalmente la Comisión con los personajes citados.
En octubre de dicho año determinaron el lugar propicio. Solo el cronista oficial de la Ciudad, Joaquín Santisteban Delgado (1870-1959), mostró su descontento, ya que para ascender al Cerro había que atravesar el barrio de Las Perchas (Diario de Almería, 2-VII-1926):
Supe con espanto que la estatua del Sagrado Corazón se trataba de instalar en San Cristóbal… No me pareció conveniente colocarla entre rameras maldicientes para que escuchase a diario la vil blasfemia y el cruel escarnio. ¿No sería conveniente llevarla al Puerto, en la explanada hecha por canteras, junto a las Cuevas del Hambre, rodeándola de pescadores, como siempre Jesús eligió, y no de rameras?
Llovía sobre mojado el abordaje periodístico del tradicional barrio dedicado a la prostitución. Lustros atrás, La Independencia, portavoz oficioso del episcopado almeriense se expresaba en tales términos:
Apenas se sube por cualquiera de los arcos de la plaza de la Libertad se empieza a notar el bullir del hampa y a experimentar el asco que produce la contemplación de multitud de tugurios llenos de podredumbre moral y material…
La lista previa de emplazamientos que barajaron es cuando menos llamativa y curiosa: en un recinto de la Alcazaba, ante la fachada del Ayuntamiento (encarado al “pingurucho” de Los Coloraos), plaza de la Catedral y en la entradas a la capital por Torrecárdenas o Llano de Pescadería (Martínez Gómez, Pedro. Actas V Congreso de Religiosidad Popular, IEA). La petición más sorprendente sin embargo la firma un anónimo J.C.B. en el diario La Independencia: “Una ideica para el señor Alcalde”. Afirmaba que la torre de la catedral había quedado inconclusa y que sería fácil –aunque costoso- volver a cimentar su base para que pudiera soportar el aumento de un cuerpo por encima del campanario, más otro piso sólido donde instalar un enorme y eficaz reloj con esferas a los cuatro frentes. Y ahora la idea genial que proponía el buen señor: sobre este, coronando la torre de Portocarrero, la imagen del Sagrado Corazón, visible desde cualquier punto de la ciudad.
Características del monumento
Fijada su colocación en la finca que a principio de la centuria pasada compraron los presbíteros Ayala Pérez, Puerta Puerta y Ortega Barrios y ahora propiedad del Patronato tras la venta (simbólica) de la madre de éste último (hermano de Rafael, también sacerdote y vicario general) el solar fue bendecido el 13 de abril de 1928, en el marco de un apretado programa cultual en el que destacó el afamado orador sacro Alfonso Torres y la presencia del alcalde Rovira, entre otras muchas autoridades.
Quedaba por designar a los autores del proyecto: recayendo el basamento en el arquitecto municipal Guillermo Langle Rubio (1895-1981) y en el imaginero malagueño afincado en Granada, José Navas Parejo (1883-1953); artífice, ya en la posguerra del paso de misterio de Las Angustias (1942), cofradía que procesiona en la Semana Santa almeriense.
Para ello tuvieron en cuenta –además del amplio catálogo de su obra en diferentes localidades andaluzas- la excelencia de sus tallas en madera del Sagrado Corazón, de la Virgen y San José, presidiendo el retablo de la capilla del palacio episcopal desde enero de 1916 (Boletín Eclesiástico de la Diócesis).
La realizó con prontitud ya que en julio de 1929 estaba concluida y emplazada en el Cerro. Se trataba de una estatua de cinco metros de altura labrada en mármol blanco de Macael; iluminada por dos potentes focos eléctricos costeados por el Ayuntamiento. La maqueta estuvo expuesta en la Papelería Sempere, en el Paseo (antes Librería del Ferrocarril, en calle Real/Las Tiendas). De la construcción de Langle, camino de acceso, inauguración y vicisitudes varias nos ocuparemos en el próximo capítulo.
Fuente: https://www.diariodealmeria.es/ – ANTONIO SEVILLANO