POR MANUEL LÓPEZ FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO (JAÉN)
Mariano es una persona notable, su figura menuda, viva, llama la atención por la energía y simpatía que despierta al cruzarte con él. Utiliza el sombrero cordobés en días festivos. Su bandurria le acompaña cuando baja al Hogar del Jubilado, y lo encuentras en cualquier lugar de Villanueva, pero con cierta asiduidad en el camino de su casa, en las antiguas viviendas de magisterio, o en la charla animada con el grupo de amigos, con los que comparte edad y una ronda de vino en el Bar los Chiles.
Hoy nos situamos en una mesa próxima para que evoque sus recuerdos de sus más de noventa años.
Nació en Gútar el día de San Miguel de 1929. Su escuela fue la vida, aunque del maestro Matías que iba por las cortijadas, aprendió a leer, las cuatro reglas y memorizó el Sistema Métrico Decimal.
Cuando apenas tenía diez años, a su padre le llegó una parálisis, en unos momentos escasos de atención médica.
Con catorce años entró como pinche en las canteras de la Venta Porras, su responsabilidad era abastecer de agua, que distaba más de un kilómetro, a los trabajadores: barreneros, sanadores de la cantera, entre las vagonetas para obtener grava y arena, que se utilizaba para la construcción del ferrocarril Baeza-Utiel. Eran numerosas las brigadas que trabajaban desde Úbeda hasta aquí. Fue una época de duro trabajo. Después recorrió un amplio abanico de faenas; ayudante de herrero, en la carretera y barrenero.
En 1946 “se pasaba hambre a punta pala”. Cuidó las treinta cabras que tenía su padre, y vendía la leche en Gútar y Villanueva.
La mili
Todos los vecinos acudieron a su casa para despedirle y darle para sus gastos, desde dos perrillas, dos reales a una peseta. En una talega le echaron la merienda con algunos restos de la matanza. En la ficha de afiliación, la altura 1,53 metros, 63 kilos de peso y de profesión ganadero. El traslado a Úbeda en tres camiones, los responsables del Ayuntamiento Pepe Sánchez y Vicente los acompañaron a la Caja de Reclutas. Hizo el campamente en San Sebas, provincia de Gerona.
Se había estudiado y aprendido el Código Militar en su casa. En el momento de la clase teórica, Mariano estaba “espizcao” para que le preguntara el Sargento, y cuando vio que respondía correctamente a todas las preguntas, lo llamó para que se acercara, cuando creyó que le iban a llegar las primeras “guantás” lo envió al oficial de día y este al capitán, que le preguntó si había sido Legionario o Falangista, y tras darle un bocadillo, lo destinaron como furriel. En nuestra charla nos indica el nombre del capitán D. Guillermo Perdigones Romero, que era natural de Cádiz.
La mili la hizo en Pont de Bar.
Al regresar del servicio militar trabajó en el campo. En 1955 se casó con Asunción Plaza Anaya, tienen varios hijos de los que viven tres, José María, Dolores y Juan Ángel.
Entra de Guarda en diciembre de 1969, recomendado por D. Saturnio Bueno y D. Pedro Montañés. Pidió posteriormente la excedencia, para trabajar en otros lugares Murcia, Cuenca, la vendimia…
Se reincorpora como guarda, estaban cinco para vigilar el término y la Sierra, Marcos, Basilio, Andrés Medina, Ignacio y Mariano con el cabo Juan Pedro.
La vigilancia de todo el término campiña y sierra estaba repartida en cuartos. Mariano vigilaba desde el Puente de Sorihuela hasta Carrales, los incidentes que podían surgir era el del pastoreo en lugares no permitidos.
El trabajo era de luz a luz, en los meses de verano hacían guarda en las eras, durante toda la noche, ya que era la época de la recogida de las mieses y su trilla. Se tocaba la trompeta cada hora, respondiendo los guardas de cada era o lugar. En este periodo se contrataban guardas interinos, y los titulares revisaban todas las labores y vigilancia.
Recuerda como Presidentes de la Hermandad de Labradores a D. José Sánchez de la Paz y D. Francisco Beteta.
MÚSICA
Con doce años tocaba la mandolina. Onofre Cano que vivía en Gútar, como capataz en la vía, ejercía como maestro, y dominaba todos los instrumentos. En la finalización de la aceituna “la botijuela”, tocaba junto con Juan José Angullo y cobraban tres pesetas, también lo hacían en cumpleaños y bodas, “Adiós con el corazón”, “Vuela, vuela palomita”, eran algunas de las canciones, que interpretaban.
Al casarse dejó la música por su trabajo, la familia con hijos pequeños y las preocupaciones.
Hace unos años en 2015 retomó su afición música, conocía la venta de una bandurria y la compró. Ensaya él solo, cuando le llega la soledad o tristeza. Toca en el Hogar del Jubilado y baja a la Residencia de Mayores de Santo Tomé, y junto a Manuel al acordeón, intentan hacer pasar una tarde de añoranzas a todos los que están allí….
Sus días son monótonos, viene a Los Chiles para tomarse unos vinos y charlar con una peña de amigos y de aquí a su casa.
Le gusta ver Canal Sur, y como cantante de siempre Juanito Valderrama. Aficionado a los toros es Enrique Ponce, su torero favorito, junto a Padilla y José Tomás. Él sufrió un día un encontronazo con un toro.
Compara la vida actual con la de antes, la ve muy cambiada, pero hay menos miseria, la gente vive mejor.
Ve poco cine, pero recuerda una película taurina “Nuevo en esta plaza” de Palomo Linares; con una gran devoción a la Virgen de la Fuensanta: me promete en otra charla traer para regalarme una trompeta de guarda, que sonaba por la noche cuando guardaban las mieses en las eras.
Tras nuestra charla se reincorpora a su tertulia, sus vinos con tapa, la televisión, y su bandurria, para despedirse lo hace tocando “La jota de Villanueva”.
Nos encontramos tras el confinamiento, ya vuelve a su rutina diaria, en este periodo no ha salido a ningún lugar y aprovechamos para hacernos una nueva foto.
Sabiduría, memoria, vivacidad, una salud y estado difícil de conseguir a sus noventa años. Continuaremos cruzándonos a diario en el camino marcado.