POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Cuando yo era estudiante de bachillerato, en la década de 1950, utilizábamos dos «diccionarios de latín».
Uno se titulaba Spes y el otro Vox.
Ignoro la causa, pero siempre fui «adicto» al Spes y así, a bote pronto (cursilada muy actual), es el que utilizo para consultas rápidas. Si «me pongo serio» echo mano del Raimundo de Miguel, que es el no va más en diccionarios latinos.
Pues el Spes nos explica que una de las acepciones latinas de CALAMUS es la de «caña o pluma para escribir» y que la expresión «calamum sumere» significa exactamente «tomar la pluma para escribir».
Pero para escribir se precisa TINTA, líquido de trazo permanente que se conserva en un TINTERO. Y, ¿saben ustedes?, los italianos dieron en llamar CALAMAIO, y dialectalmente CALAMARO, al tintero.
Pues ya está trazado el sendero.
Ahora entenderemos que a ese molusco cefalópodo decápodo (¡madre mía, qué nombres más esdrújulos), al que los científicos denominan Loligo vulgaris, las gentes humildes le llamemos CALAMAR porque, claro está, alberga buena tinta en su cuerpo.
Y ahora de Italia a Euskadi.
Si no me equivoco la palabra euskera «tixipiroi» , probablemente enlazada con la latina «sepia» ( en castellano jibia y en asturiano «xibia»), se aplicó con frecuencia al calamar de pequeño tamaño y que en Asturias decimos CHIPIRÓN.
Resuelto el problema.
Sí, ya se que a nadie le importa; pero, ¡demonios!, de algún modo he de «rellenar líneas».
Los mejores calamares y chipirones son los del Cantábrico capturados «a potera»; escasean y son caros.
De ahí que el mercado se abastezca de piezas procedentes de otros mares y se oferten, como congelados, a precios muy asequibles.
¿Cómo preparar los chipirones? Yo les diría que, si frescos, son exquisitos asados a la plancha o «afogaos» en fritura de cebolla y pimiento verde y un bautismo de fino andaluz.
También están muy sabrosos en fritura previo rebozo en harina de trigo o mezcla de harina de trigo y de garbanzos.
Hoy vamos a prepararlos A LA ROMANA.
Limpiamos bien los chipirones (si son congelados han de descongelar previamente) y eliminamos las vísceras y las plumas, dejando enteros los «cuerpos».
Salpimentamos al gusto y los pasamos por un rebozo de harina y huevo batido para, de inmediato, freír en aceite no demasiado caliente. Cuando tomen color amarillo dorado se sacan, se colocan brevemente sobre papel absorbente para eliminar grasa de fritura y se ofrecen adornando, si gusta, con un toque de ensalada de lechuga, cebolla y tomate. y unos gajos de limón, que hacen muy guapo.