POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Finaliza agosto, hay fiestas por toda Asturias, y en plenitud de costera del calamar la marinería y los deportistas aficionados se afanan en su captura. Unos, en sus pequeños barcos; otros, en sus lujosos «fuera borda»; y los más humildes en la bocana de los «muelles» (puertos), allí están dale que te pego a sus «poteres» a ver «quién pica».
Bueno, en realidad picar, en el sentido de morder, no pica nadie porque los calamares se mueven más por amor que por hambre.
Se lo explico.
Los calamares son moluscos cefalópodos; es decir, que tienen los pies en la cabeza y que, por tanto, piensan mientras andan y no andan sin pensar como algunos de nuestros políticos que tienen la cabeza en los pies.
Los calamares, y sus jovenzuelos los chipirones, suelen pescarse a «potera». Un engaño de múltiples anzuelos a los que ansiosamente se abrazan los calamares porque, ansiosos, que son unos ansiosos, confunden con una hembra que les brinda la oportunidad de su amor.
¡Qué muerte más poética y veraniega!, ¿verdad?
Los calamares grandes suelen prepararse, cortados, en guiso con su tinta o, cortados en tiras alargadas, como » rabas»; es decir en fritura previo rebozo en harina.
Los de tamaño mediano y los chipirones tienen dos destinos importantes: AFOGAOS o rellenos y guisados en su tinta.
Yo, hoy, para celebrar San Hilarión, patrono del barrio colungués del Solriveru, los preparé «afogaos a mi modu».
Compré dos docenines de chipirones medianinos y, ya bien limpios de pluma y tripeo, rellené su interior con sus aletas y tentáculos.
En una cazuela con aceite, a fuego moderado, poché una mezcla de cebolla y pimiento verde muy picados. Al empezar a dorar añadí los chipirones (enteros) y un buen chorro de vino albariño y dejé que fueran haciéndose lentamente.
Ya en su punto, sumé una docena de colas de langostinos preparadas al ajillo con «un puntín de guindillina». (Un buen amigo, gran cocinero, nunca decía «un puntín o «una pizca» sino «una sospecha»). Unos hervorinos más… y ¡a la mesa!
NOTA
Como utilicé ALBARIÑO DA OCA para el guiso, pues más ALBARIÑO DA OCA en la comida. Una botella de vino nunca debe quedar abierta para «después».