POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Las fiestas del Cristo en Pravia, en los años 50, comenzaban con el estampido de media docena de voladores que ponía en órbita Pepe “Manga”, acercando a la mecha su cigarrillo; todas las romerías arrancaban así. El mundo también se puso a rodar con una explosión. Un pistoletazo marca la salida en las carreras de atletismo y con un cañonazo se iniciaba el Descenso del Sella. ¡Cuántos pleitos puso en marcha un disparo! Lo de chupinazo, como detonación de un cohete pirotécnico (en mi pueblo llamamos chupinazo a patear un balón), es un término importado de la fiesta de San Fermín y ahora se usa como solemne preludio de nuestra sanmateada. Chupinazo, pregón y juerga multitudinaria a base de alcohol y decibelios. Asturias es hoy dinamita de fogueo, pandorga crónica sin toque de retreta. Ojalá pronto nos dejemos de domingadas y disparemos voladores para celebrar el inicio de la jornada laboral.
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