POR MANUEL LÓPEZ FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO (JAÉN)
FIESTAS, TOROS
Seguían celebrándose novilladas en la Plaza de Toros Real, pero distintos motivos influyen en una progresiva decadencia. Anunciada una novillada para la festividad de Santiago, quedó defraudada la ilusión de los aficionados, por no haberse presentado los espadas contratados, y resultar la corrida un tanto desigual por el ganado.
Se cambian las fechas de las ferias y fiestas, que se celebraban desde a finales de septiembre y los primeros días de octubre. Las cambian del día 8 de septiembre hasta el 13. El ocho fiesta a la Patrona la Virgen de la Fuensanta. Ese mismo día, el nueve y diez, corridas de toros y la feria desde el 9 al 13.
La Comisión de Festejos está formada por el Sr. Alcalde, el Presidente de Cruz Roja, el Presidente del Círculo de recreo “La Amistad”, Club Unión Gremial y Unión Agraria Industrial y Mercantil.
Para las fiestas patronales se anuncian tres festejos una corrida de toros, el día 10 de septiembre con ganado de Olea para los afamados espadas Sánchez Megías y Paco Madrid, una novillada con Joselito de Málaga y Ventolina, más una charlotada. –(Diario ABC)
Festejos de aviación, cinematógrafo público, teatro, cucañas, reparto de pan a los pobres. Conciertos por la Banda del Regimiento de Córdoba, las funciones religiosas y se gestiona un servicio especial de viajeros para las corridas.
Del libro inédito “Plaza de Toros, Historia Taurina de un pueblo” de D. Julio César Bueno,1973, extraemos parte de su narración.
PLAZA REAL
“Allá por los años 1.900, había en la ciudad de Villanueva del Arzobispo (Jaén) unos espaciosos corrales y tinada de ganado de la propiedad de mi tío carnal D. Dionisio Bueno Medina (labrador y ganadero de reses bravas) situados al final de la calle del Palacio del Conde Amores, calle que parte de la Placeta de la Iglesia de San Andrés, lado de la Puerta de Umbría y que sigue hasta la salida del pueblo para tomar el camino de las Minillas. Pues bien, estas rústicas edificaciones eran destinadas como indican sus nombres, para atenciones ganaderas y en uno de los espacios acotados más amplio, era donde mi tío organizaba las faenas de “tienta y selección” de las camadas de eralas que debía dejar por su mejor nota para vida y reproducción.
Este Sr. por ser un gran aficionado a las cosas taurinas, fue mejorando aquellas edificaciones agregándole nuevas unidades de obra, y con ello, llegó a completar un verdadero coso taurino que el pueblo bautizó con el pomposo nombre de Plaza Real.
La Plaza Real era un edificio de recia construcción campera, con capacidad para unos 2.500 espectadores, repartidos entre graderías, palcos y bajos, conocidos por el nombre de “chiqueros” por encontrarse estas localidades situadas al nivel del ruedo y cubiertas, con vistas al mismo a la altura de la valla. Tenía sus graderíos de Sol y Sombra y unos 20 palcos perfectamente delimitados cubiertos en caso de lluvia; su ruedo tenía unos treinta metros de diámetro con su buena valla de madera recia y cuatro burladeros y en el conjunto del edificio, sus buenos servicios de toriles con seis chiqueros, cuadras y patios para caballos, desolladero, enfermería y vivienda para el guarda del edificio. Como muy bien puede apreciarse dentro de su pequeña capacidad, ya aquel coso taurino era una cosa que valía la pena titularlo plaza de toros y en el mismo podrían organizarse cosas de más lucimiento.”
La corrida del 8 de septiembre
Cartel con Sánchez Megías y Paco Madrid
“”Desde muy de mañana, reinaba la animación más extraordinaria que jamás habíamos visto en el pueblo, apreciándose claramente la gran afluencia de forasteros que con toda clase de medios de transporte iban acudiendo a la Ciudad, para presenciar la gran corrida de toros anunciada para aquella tarde, llenos del mayor entusiasmo, pues era la primera corrida de categoría que se celebraba por estos pueblos, y por esto precisamente, se había movilizado la afición de tal manera, que era seguro que se agotaran las entradas mucho antes de que se abrieran la puertas de la plaza.
Pero las cosas no marchaban de forma muy clara para la Comisión de Festejos en la mañana de la corrida, si bien estaba el matador de toros Paco Madrid y su cuadrilla descansando en el Hotel, habían llegado de madrugada. Eran las 12 del día y no se tenía la menor noticia del célebre matador de toros Ignacio Sánchez Mejías ni de su cuadrilla que debían de haber toreado en Albacete el día anterior. En aquella época no había teléfono y el telégrafo no funcionaba por ser día festivo, resultaba, que ni se sabía si se encontraba el famoso torero en camino ni a la hora que llegaría; por lo que no había otra solución que esperar.
La Comisión de Festejos, presidida por el Alcalde D. León Bueno Medina, se había concentrado en el despacho de la Alcaldía con el empresario D. Manuel Sena (de Jaén) y en aquella reunión solo se veían caras largas y un nerviosismo tremendo, porque inexorablemente seguían pasando los minutos y se acercaba la hora de la corrida.
Se requirió al matador de toros Paco Madrid y su cuadrilla, explicándoles la situación en que se encontraba la Comisión de Festejos y Empresa ante el público por la falta de asistencia del otro matador anunciado, Ignacio Sánchez Mejías. Como es natural, el torero presente dijo que él estaba dispuesto a matar sus tres toros, pero que de los demás no podía hacerse cargo, porque era mucha tarea para los pocos hombres que estaban y tampoco era una solución dar la corrida con solo tres toros; hasta que, después de una larga discusión, se consiguió que Paco Madrid aceptara el matar los seis toros de la corrida, mediante el aumento de sus honorarios con largueza. Seguidamente se cursaron las órdenes para informar al público de la modificación que había sufrido el cartel anunciador.
La gran ilusión de todos los aficionados que habían acudido a nuestro pueblo de todas partes, se había esfumado en un momento como por encanto, y ya nadie podíamos regocijarnos ni presumir de haber visto en nuestra Plaza Real la lucida actuación del más famoso matador de toros de aquella época Ignacio Sánchez Mejías, célebre por sus famosos pares de banderillas de inmejorable ejecución, pases de muleta sentado en el estribo y demás derroches de valor que este torero siempre prodigaba en sus numerosas actuaciones por todas las plazas de toros de España.”
(Ignacio Sánchez Megias, había tomado la alternativa en Barcelona en 1919. Era el torero que llenaba las plazas en esta temporada. Escritor y poeta. Lorca compuso a su muerte “Llanto por Ignacio Sánchez Megías”)
De la corrida que tantos disgustos y molestias costó celebrar, más valiera no hablar, aquello fue el espectáculo más vulgar y carente de arte que puede darse. Comenzó con menos de media entrada de público, con una hora de retraso en medio del escándalo de público y a continuación el matador de toros Paco Madrid y su cuadrilla se pusieron a actuar en plan de verdaderos “jornaleros del toreo” y a fuerza de trapazos, puyas criminales a los toros y carreras constantes, fueron dando cuenta de los seis hermosos animales de D. Sabino Flores, sin hacer el menor caso de la protesta del público; y lo único digno de mención que se vio en aquella famosa corrida fueron los seis estoconazos que le largó Paco Madrid a los toros, ejecutados con verdadera destreza, puesto que tenía fama de buen estoqueador y con esto no se hizo pesada la corrida.
(Paco Madrid, torero malagueño, estaba acostumbrado a tener que torear seis toros. En Logroño en 1913, estaba anunciado con Torquito, que no compareció. Toreó los seis toros y a los seis los mató de seis volapiés.
El periódico ABC anunció el cartel de Villanueva para el 10 de septiembre y toros de Orea).
Ignacio Sánchez Megías y La Chelito
En la velada de aquella noche, se supo que la falta de asistencia del famoso torero sevillano Ignacio Sánchez Mejías a la corrida de toros en la Plaza Real de Villanueva, no había sido motivada por cogida del torero, enfermedad del mismo o accidente de carretera. Fue, simplemente, que no quiso venir… Haciendo honor a una de esas genialidades que suelen tener los fenómenos taurinos, cuando se endiosan y se sienten mimados por el público.
Nuestro célebre torero, había actuado, por cierto, con brillantez, en la tarde del día 7 de septiembre en Albacete, y, después de la corrida, se reunió con un grupo de amigos para tomar unas copas en un Bar de aquella capital, encontrándose en el mismo con la famosa y frívola cupletista “La Chelito”, de tanta fama en aquella época, y al momento se enzarzaron en una gran juerga, y entre cante hondo y cañas de manzanilla llegaron a las altas horas de la madrugada, y como entonces el torero solo tenía ganas de dormir, decidió meterse tranquilamente en la cama sin preocuparse de que tenía que ponerse en viaje para Villanueva, y de esta manera tiraba por la borda y sin el menor escrúpulo, su compromiso de torear firmado por él mismo, sin una causa que lo justificara dignamente; ni sentir el menor escrúpulo por los perjuicios que ocasionaba a una Empresa que lo había contratado, y el disgusto a un pueblo que, con gran ilusión y hasta con sacrificios, lo esperaban.