POR FERNANDO JIMÉNEZ BERROCAL, CRONISTA OFICIAL DE CÁCERES.
El Cáceres de 1924 es una pequeña capital de provincias que apenas llega a los 25.000 habitantes. Se encuentra en un periodo de crecimiento urbano que se va a materializar tanto en la ocupación del Ensanche, modernista y burgués, como en la urbanización, a través de la construcción de Casas Baratas, de las zonas aledañas a la Peña Redonda contribuyendo a la ampliación urbanística de la ciudad.
Los múltiples actos celebrados estos días en Cáceres con motivo del primer centenario de la coronación de la Virgen de la Montaña como patrona de la ciudad, nos aproxima a la pervivencia en muchos aspectos de la religiosidad popular que sigue presente en la sociedad local en pleno siglo XXI. Cien años después de aquellos fastos, poco queda de la ciudad que fue testigo de un hecho histórico que iba más allá de lo puramente religioso. En lo local hay que señalar que el Cáceres de 1924 es una pequeña capital de provincias que apenas llega a los 25.000 habitantes. Se encuentra en un periodo de crecimiento urbano que se va a materializar tanto en la ocupación del Ensanche, modernista y burgués, como en la urbanización, a través de la construcción de Casas Baratas, de las zonas aledañas a la Peña Redonda contribuyendo a la ampliación urbanística de la ciudad.
También es el año de la inauguración del nuevo cuartel Infanta Isabel, vieja aspiración para que la Capital tuviese una guarnición permanente. El año en el que la ciudad pierde el que había sido su primer teatro, el Principal, adquirido por el propio obispado. Como consecuencia de ello hubo representaciones teatrales y de cinematógrafo, relacionadas con la coronación del a Patrona, que debieron hacerse en el mismo Palacio Episcopal o en la vía pública por falta de un espacio teatral en la ciudad.