POR RICARDO GUERRA, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
No hace tanto se comentaba la presentación de un proyecto que iba a cambiar la fisonomía de la ciudad, sus fachadas hacia los ríos, las cuestas, que siempre estuvieron de espaldas a la vida de la ciudad. Un gran proyecto que fue recibido muy positivamente por los arevalenses. Se realizó la primera fase del Cinturón Verde de Arévalo, el paseo fluvial del río Arevalillo, desde el castillo hasta el puente de Los Lobos. Mucho escombro y basura hubo que desalojar, limpieza de las laderas y plantación de varias especias de arbustos y árboles. Y mucha participación ciudadana en campañas de plantaciones.
Esa realidad cambió el paisaje, es un entorno que enriquece la ciudad y que está siendo muy utilizado cono una zona natural atractiva, para pasear junto al río. Se podría decir que miles de personas han disfrutado ya de ese entorno paisajista.
El joven autor del proyecto, Francisco Durán Vian, Máster en Biodiversidad, Paisajes y Gestión Sostenible, de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Navarra ha manifestado las dificultades de esta realización, y también lo gratificante de ver como aquel gran proyecto imaginado es ya una realidad y un activo de nuestro entorno natural.
Después de aprobó la realización de la segunda fase se ha iniciado a finales de año pasado de 2019 y está a punto de finalizarse, ejecutado por la empresa Activa Parques y Jardines, con el paréntesis de inactividad de este tiempo pasado, pero aún sin estar finalizado del todo, ha sido la atracción de estos días de paseo posteriores a confinamiento de la pandemia. Este tramo de la segunda fase es desde el castillo al molino de Álvaro de Luna en La Isla. También en la dilación de las obras que ya debían de estar finalizadas, han influido las obras de reconstrucción del puente de Valladolid, por lo que unos cien metros del camino a su paso bajo el puente aún no están abiertos. Y la tala de una alameda con el consiguiente acarreo de la madera, ha retrasado la ejecución, además de producir daños en el camino peatonal, que se ha rehecho de nuevo, ha entorpecido y dilatado este proceso.
Esta realización ha tenido una dificultad añadida, el abrir el espacio junto al río y bajo la ciudad, en lugares de gran escarpe, a la margen izquierda del río, con grandes piedras caídas de la muralla, zona estrecha por la que además transcurren los colectores de aguas hacia la depuradora de residuales. Según ha manifestado Fran Durán Vian, «el trazado de la senda respeta, en la medida de lo posible, las parcelas privadas… se ha realizado un tratamiento paisajístico basado en podas y desbroces de especies no deseadas. Se han retirado residuos sólidos urbanos y de construcción y demolición, con la finalidad de mejorar la calidad ecológica de la ribera y embellecer el entorno…».
Y el riesgo de que, acercando el camino al agua, sea en algún punto zona de riesgo de inundación, como ya lo ha sido en el puente, un riesgo que hay que asumir por acercarnos lo más posible al cauce del Adaja, un entorno dinámico, cambiante y sonoro de agua y pájaros.
Como en la primera fase, el tramo del Arevalillo, hay que destacar la colaboración ciudadana, en esta ocasión y de momento, el Colegio Amor de Dios, algunos de sus alumnos, han construido cajas-nido y algunos carteles. Después vendrán nuevas plantaciones.
A falta de estos últimos tramos, y de completar la señalización correspondiente, el paseo está espectacular de abundante vegetación de bosque de ribera y el abundante verde que esta primavera ha propiciado. Tramos especialmente bellos a las faldas de la fortaleza, donde se une a la primera fase en la confluencia del Adaja y el Arevalillo. Junto al río este año de abundante caudal, cruza bajo el puente mudéjar, cruza por unas pasarelas sobre un brazo del río a la isla junto al antiguo matadero, con su entorno natural de arboleda de ribera, continúa hacia el pie de las murallas de la zona del colegio de Jesuitas, las grandes desconocidas, y del Mirador del Adaja, a gran profundidad del caserío, para llegar al paso a la isla por otra pasarela de madera sobre el caz del antiguo molino, zona de grandes arboledas de álamos blancos, para finalizar en el molino de La Isla, junto a la presa antigua. Unos parajes de exuberante vegetación y sombra para el calor del verano. El rumor del agua y cantos de pájaros han hecho este el paseo predilecto de mucha gente que ya está disfrutando de esta realización magnífica que ha revalorizado el entorno de la ciudad.
En el primer tramo se instalaron dos grupos escultóricos de hierro, ‘ponte en marcha’, junto al puente de Medina y ‘el cortejo’ de un par de cigüeñas, junto a la bodega de Perotas, ambas obra de Juan Jesús Villaverde, y se está a la espera de conocer la obra que pondrán en esta segunda fase del Adaja, hierro reciclado artísticamente como nos acostumbra este artista.
El primer tramo, el paseo fluvial del Arevalillo, cuenta con una longitud de 1,2 km., al que hay que sumar los 2 km. de este segundo tramo, ambos completan un total de 3,2 km. de paseo con sus descansos y bancos, papeleras, indicadores, y los seis accesos desde la ciudad, que hacen delicioso el paseo por estas sendas fluviales. Faltaría una tercera fase, desde La Isla al puente de la estación, o puente de San Julián, para completar este gran proyecto del cinturón verde arevalense.
Agradecer al autor de este Magnífico proyecto que es un nuevo activo de la ciudad, un joven y entusiasta vallisoletano que también tiene bastante de arevalense. Solo falta respetar y cuidar todo esto que compone un paseo para el ciudadano.
Fuente: https://www.diariodeavila.es/