POR FERNANDO JIMÉNEZ BERROCAL, CRONISTA OFICIAL DE CÁCERES
El 20 de julio de 1946, el entonces Delegado Provincial de Sindicatos en Cáceres, José Sanz Catalán, se dirige al ayuntamiento de la capital para informarle sobre un proyecto para la construcción de un ‘Parque de Deportes de Educación y Descanso’, que se pretende ejecutar en parte de los edificios ya construidos para las exposiciones de productos provinciales, que se habían celebrado por primera vez en 1940. El proyecto del nuevo complejo deportivo se pretende acometer en dos fases.
En una primera etapa se construirá una piscina valorada en 247.000 pesetas, un campo de futbol presupuestado en 660.000 pesetas, un gimnasio por valor de 107.000 pesetas. y campos de baloncesto y tenis que costarían 58.000 pesetas. En una segunda fase se construiría un frontón, un hogar del productor o sala de fiestas, un jardín infantil y pequeñas obras generales, valorado todo en 280.000 pesetas. En total, se pretende invertir la cantidad de 1. 352.000 pesetas en la construcción de lo que acabaría siendo el mayor complejo deportivo de Cáceres y alrededores.
Obra faraónica para una ciudad que no llegaba a los 40.000 habitantes. Todo ello bajo el patronazgo de Educación y Descanso, organización dependiente del sindicato vertical franquista, que al estilo de otras entidades similares como la Opera Nazionale Dopovolavoro, creada por la Italia Fascista, o la Kraft durch Freude (poder a través de la Alegría) instaurada en la Alemania Nazi, tenían como objetivo principal la dirección y control del tiempo libre de la población para poder penetrar en el tejido social y trasmitir el ideario de nuevo orden que se proyectaba instaurar. Para ello, nada mejor que intervenir en los aspectos tanto físicos como lúdicos y morales del individuo.
Para la Delegación Provincial de Sindicatos de Cáceres, las nuevas instalaciones que se pretenden realizar tienen un fin deportivo, recreativo y cultural. Según las autoridades franquistas, este tipo de infraestructuras han de servir para dar «salud a los cuerpos y bienestar a sus almas, encaminándolas por las sendas del desarrollo físico y el honesto esparcimiento, alejándolos de los antros de crápula y vicio» en palabras del principal valedor de esta idea en Cáceres, José Sanz Catalán.
OTROS ASPECTOS de la obra son más de carácter retórico, como incorporar a Cáceres al grupo de ciudades de primera categoría «en el orden de la civilización y el bienestar». Las instalaciones deportivas se sufragan tanto por la Delegación Nacional de Sindicatos, que corre con la mayor parte del presupuesto, como por el ayuntamiento de la capital, la Diputación Provincial y el Gobierno Civil. En un gesto de generosidad sin precedentes, el ayuntamiento aumenta la cantidad que le corresponde desde las 75.000, hasta las 85.000 pesetas que acabará pagando para que el nuevo proyecto pueda ver la luz.
Por fin el 2 de octubre de 1949, después de más de dos años de obras, se inaugura el campo de fútbol de la Ciudad Deportiva de Cáceres, la obra insignia del nuevo espacio. Al acto acuden las autoridades civiles, militares y religiosas de la ciudad, que convierten la inauguración en una jornada de exaltación a las bondades del nuevo régimen. Posteriormente, con motivo de la muerte prematura de José Sanz Catalán, se acuerda que al nombre de Ciudad Deportiva, se agregue el del antiguo delegado provincial de sindicatos.
Desde su puesta en marcha la Ciudad Deportiva de Cáceres ha sido un referente, en una ciudad que tradicionalmente presentó un déficit significativo en materia de instalaciones para la vida saludable.