POR JOSÉ MARÍA SUÁREZ GALLEGO, CRONISTA OFICIAL DE GUARROMÁN (JAÉN).
Miguel de Cervantes nos perfiló a don Quijote y su fiel escudero Sancho como los arquetipos de las dos obsesiones que han inquietado secularmente a los españoles: El cómo cubrirse de gloria sea como sea (el egolatreo), y, sobre todo, el cómo llenar la andorga cada día sea como sea (el pesebreo). La gloria del “ser” y el hambre del “tener”, caiga quien caiga y al precio que sea, que ya, como siempre, pagará el más tonto que arree. Mientras que a Inglaterra la identificamos con los escritores victorianos, y a Alemania con sus filósofos y pensadores, a Francia con los ilustrados, y a Italia con el Renacimiento, la literatura que nos representa a España ante el mundo entero, es la de la picaresca y los bandoleros.
Miguel de Cervantes nos perfiló a don Quijote y su fiel escudero Sancho como los arquetipos de las dos obsesiones que han inquietado secularmente a los españoles: El cómo cubrirse de gloria sea como sea (el egolatreo), y, sobre todo, el cómo llenar la andorga cada día sea como sea (el pesebreo). La gloria del “ser” y el hambre del “tener”, caiga quien caiga y al precio que sea, que ya, como siempre, pagará el más tonto que arree. Mientras que a Inglaterra la identificamos con los escritores victorianos, y a Alemania con sus filósofos y pensadores, a Francia con los ilustrados, y a Italia con el Renacimiento, la literatura que nos representa a España ante el mundo entero, es la de la picaresca y los bandoleros.
Llamarle a la suegra madre política es un ejemplo de lo que suele hacer un eufemismo sin piedad alguna. No es la palabra suegra la que se percibe como deterioro del sagrado concepto de madre, sino es el de política quien parece envilecerla. Llamarles daños colaterales a las víctimas civiles de una guerra, o regulación de empleo a un despido masivo, tienen los mismos fundamentos y amparan los mismos argumentos que llamarles suavemente “hijos de mala madre” a los “hijos de puta” que los han provocado.
La gastronomía es fuente de “sabrosos” eufemismos, regalándonos algunos de plena actualidad. Así, quien nos aburre con su discurso es un “pestiño”; quien se traga sin rechistar los argumentos de un discurso político es un “come talegas”; quien pese a todo sigue apoyando reiteradamente a quien lo engaña, es un “papa frita”; quien justifica como bueno y necesario lo que hace quien lo está engañando es un “mendrugo”; el ladrón que se lleva lo que no es un suyo es un “chorizo”; quien se va dejándonos su deuda, lo ha hecho endiñándonos una “cebolla”, y más que privarlo de libertad hay que “meterlo en el talego” para que no siga ”aliñándonos las cuentas” con las que nos da “gato por liebre”.
Dame pan y dime tonto, parecen decir algunos en este Reino de Trinconia pese a que “ser más bueno que el pan” sea el eufemismo más castizo de tonto. Muchos luchan por ganarse el pan cuando otros no han dejado de untarse con la manteca de la corrupción. Ya lo decía Voltaire: “Entre lobos, conviene aullar de vez en cuando”. ¡Que la tortilla siga cociendo por dónde menos nos la quemen, antes de tener que darle la vuelta!
FUENTE: https://www.diariojaen.es/opinion/articulistas/ciudadanos-de-trinconia-CX9246985