POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
“Nos recreamos contemplando Extremadura y descubrimos Guadalupe porque escuchamos el latir del corazón”. El Claustro mudéjar de Guadalupe es uno de los mejores de su estilo, construido entre 1389 y 1405. Se compone de dos plantas de forma rectangular, con unos 40 metros de lado y doble número de arcos en el cuerpo alto con respecto al bajo.
Destaca en el claustro el templete realizado con barro cocido y ladrillo aplantillado, decorado con azulejos y yeserías. Corona su arquitectura una flecha con corchetes de cerámica blanca y verde, que se prolonga en una cruz de hierro. Su autoría es de Fray Juan de Sevilla, que probablemente fuera también del propio claustro. Otro templete, más recoleto se localiza frente a la puerta que conecta la actual Hospedería con el claustro, el que existe una réplica de la fuente del lavabo o Lavatorium, realizada en 1402 por Juan Francés y que en la actualidad se sitúa en la Capilla de Santa Ana. Este templete es de planta cuadrada con cuatro arcos de herradura.
Cabe remarcar en este claustro la presencia de unos lienzos de gran tamaño que nos muestran los numerosos milagros en los que ha intervenido la Virgen, de ahí que a este claustro también se le llama “de los milagros”. Son obra de fray Juan de Santa María, que los pintó entre 1621 y 1623.
En este espacio se encuentran también un buen número de sepulcros, donde destaca el realizado entre 1458 y 1460 por Egas Cueman para fray Gonzalo de Illescas, Obispo de Córdoba y Prior del Monasterio; también el del último Prior secular, don Juan Serrano.