POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA (ALICANTE)
«Operación verano» es la forma divertida pero rigurosa y con el aval de especialistas, de llevar todas las pautas de ánimo, alimentación, belleza, ejercicio y estilo que pueden ayudar a una mejora física y anímica. Sentirse bien sólo es posible si aprendemos hábitos saludables con alegría y sentido común. Un plan integral para estar guapo y feliz. Esta también la llamada «operación bikini» consistente en aumentar el tiempo que dedicamos al ejercicio físico y dejarnos llevar por cualquier dieta con el fin de perder los kilos de más que se han ocultado bajo la ropa en invierno.
Pese a esto, como miembro de la «Cofradía Gastronómica del Cocido con Pelotas», tengo que poner en alto la importancia de una buena alimentación. En el pasado torrevejenses había otras formas de guardar la línea a base de fajas y corsés que se encargaban de fabricar a las mujeres que así lo requerían, entre otras «las Bermudas», nos las islas del Caribe -unas señoras que vivían en la calle Patricio Pérez, frente a donde hoy está el Centro de Salud- y Concha Carcaño, en la corsetería y droguería que tenía en la calle Pedro Lorca, abasteciendo de fajas, sostenes y corsés a las mujeres de nuestro pueblo.
El estrechamiento de la cintura es el hábito o la práctica de usar un corsé permanentemente. El uso prolongado del corsé puede ocasionar graves problemas a la salud, algunos de los cuales pueden ser irreversibles. A las personas que practican este método se las suele comparar con un reloj de arena debido a la silueta del cuerpo, aunque otros son conocidos por tener la «cintura de avispa».
En Torrevieja, en el siglo XIX el uso de corsés con «ballenas” se practicó de una manera más informal de lo que se cree. Las «ballenas” son las barbas del susodicho cetáceo o cada una de las láminas córneas y elásticas que poseen estos mamíferos marinos en el maxilar y que utilizan para alimentarse.
Solo unas pocas mujeres de la alta sociedad se dedicaron a la práctica por decisión personal, y fueron a menudo criticadas por distintos sectores médicos y religiosos. La gran mayoría de las mujeres de todos los niveles sociales llevaba un corsé estando catalogado como una prenda de vestir ligera y común para la época.
A pesar de todos los esfuerzos que se hicieron para dejar de confeccionar estas prendas y las advertencias de los médicos, las mujeres persistieron en la práctica del del uso del corsé para lucir «cintura de avispa».
Cuando hablamos de moda, quizá nuestra mente tienda a viajar de inmediato a un lugar lleno de lujos y glamour, con vestidos preciosos telas hermosas y siluetas estilizadas. Sin embargo, este mundo tiene también varios rincones oscuros que son interesantes explorar. ¿Cuántas veces no hemos escuchado aquella frase que asegura que «la belleza cuesta»? A lo largo de la historia se han creado artefactos que, dejando a un lado lo práctico y en muchos casos, la salud, buscan moldear a la mujer para conseguir el punto estético que se considera atractivo en el cuerpo femenino. Uno de estos artefactos es el corsé.
El corsé es considerado hoy en día como una de las modas más peligrosas del pasado, pues su objetivo, de hacer lucir más delgadas las cinturas de las mujeres pasando por alto, incluso, la necesidad de respirar ponía en peligro la salud física de las damas que, forzadas por las normas sociales, debían utilizarlo, sin duda alguna.
El uso del corsé, que alcanzó su punto de más popularidad en la segunda mitad del siglo XIX, fue llevado a los extremos con la creencia de que, entre más apretado fuera usado, más «respetable» era la mujer, lo que por supuesto, conllevó grandes problemas físicos a las mujeres de la época. En contra de lo que pueda parecer, el uso del corsé y su significado para la sociedad era el de «mujer amarrada muy fuerte», lo contrario en «mujeres de nudo suelto» que se refería a las «mujeres fáciles». Esto pone en evidencia la importancia de lo apretado del corsé en esa sociedad, dando origen al fenómeno del «pecho jadeante» de la época isabelina, en la que a la mayoría de las mujeres «respetables», morales y honestas les faltaba la respiración. El apretarlos de tal manera provocaba indigestión, constipación, mareos frecuentes por dificultades al respirar e incluso hemorragias internas, comprometiendo la salud de algunos órganos vitales, al tener que cambiar su posición natural a la nueva forma ósea reducida que dejaba el uso del corsé. Una revista de la época dedicó al menos un artículo al año, entre 1860 hasta 1890, sobre los problemas médicos que podría ocasionar su uso tan ajustado y en 1874, se llegó a publicar un listado sobre las noventa y siete enfermedades atribuidas al uso de esta prenda, entre las que se incluían la histeria y la melancolía.
Las mujeres que apretaban demasiado sus lazos para lograr la llamada «cintura de avispa» también corrían el riesgo de morir atravesadas por las «ballenas” o varillas de la prenda.
Es importante de recordar que estas modas siguen surgiendo hoy en día, incluso, el uso del corsé es normalizado para tratar de moldear la figura y adelgazarla, pero algunos especialistas han expresado su preocupación al respecto. Antes, como ahora, las mujeres torrevejenses estuvieron al último grito de la moda, quizás influenciadas por las revistas de moda que llegaban por mar a Torrevieja, quien sabe si prevenientes de América, Reino Unido, de los países bálticos o del Caribe, en los numerosos barcos que arribaban a la bahía de Torrevieja para cargar nuestra sal en sus bodegas dejándonos los figurines o modelos de las nuevas modas.
De uso de los corsés para obtener la «cintura de avispa nos han quedado las viejas fotografías de aquellas mujeres de Torrevieja plasmadas en placas de los fotógrafos Juan Darblade Lamotta y Alberto Darblade Lafeuillade.