POR ANTONIO BOTÍAS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Un auténtico milagro. Así podría calificarse que el Archivo Almudí atesore el códice que registra cómo se repartieron las tierras en Murcia tras la conquista cristiana. Primero, porque durante siglos fue pasando de mano en mano entre los jurados encargados de solventar dudas y enfrentamientos de los propietarios. Y segundo, pues finalmente desapareció durante varias décadas hasta que regresó a la ciudad casi por casualidad.
Luis Esteve, en el librito ‘Martínez Tornel y su época’, refiere de pasada el episodio de esa pieza única del siglo XIII llamada ‘Códice del repartimiento de tierras a los pobladores de Murcia’. Así, narra que siendo el célebre periodista archivero municipal, el libro fue sustraído «de dicha dependencia municipal sabe Dios cuando».
El propio Tornel anunció la noticia del hallazgo en la sección que por entonces nutría con sus galeradas, ya cerrado el insigne ‘Diario de Murcia’, en ‘El Liberal’. A finales de julio de 1903 contaba el periodista que el libro estaba en poder del gobernador civil de Madrid y que pronto retornaría al archivo del que fue sustraído.
Añadía Tornel que, realizadas diferentes pesquisas, «se han convencido los que tenían interés en explotar el libro que no podían sostener una posesión de buena fe». Además, advertía de que la pieza solo tenía valor en Murcia y en su archivo y «fuera de él vale muy poco; vale lo que un arqueólogo quiera dar por él».
Esteve explicaba que el códice debía de estar muchos años perdido, al menos si se tenía en cuenta que Rafael del Castillo, en su obra ‘Historias de Murcia y su reino’ denunciaba en el apéndice tercero: «Hemos buscado el libro a que se refiere Cascales en el Archivo Municipal y se conoce que ha desaparecido».
Amador de los Ríos, en su obra ‘Murcia y Albacete’ sostenía en 1877 que había visto el ‘Repartimiento’, que entonces tenía en sus manos Pedro Pagán, exalcalde de Murcia y por entonces diputado a Cortes. El libro, casi de forma milagrosa, reapareció en las manos de un librero madrileño en 1903, de nombre Pedro Vindel Alvarez, quien lo puso a la venta en un catálogo por 34.000 pesetas de la época. Luego se supo que apenas le había costado 400 pesetas.
El cronista Juan Torres Fontes aporta más datos en su obra ‘Repartimiento de Murcia’. Al parecer, las gestiones realizadas por el diputado murciano Juan de la Cierva agilizó las gestiones para su devolución, aunque tuvo que mediar la Audiencia madrileña.
Ante el juzgado
El 10 de octubre de 1904, Vindel acudió ante el notario José Criado Fernández para hacer entrega de la obra a Luis Montiel y Bonache, procurador de los tribunales que actuaba en nombre del Ayuntamiento de Murcia. Eso sí, el librero cobró los gastos que hizo «de estuche y portada» del preciado códice, «que importaron 600 pesetas», según cuenta Esteve.
Merecía la pena. Torres Fontes también anotó que el Consistorio murciano, en sesión de 20 de julio de 1903, acordó expresar su agradecimiento a Antonio Maura, exministro de Gobernación; a Eduardo Dato, exministro de Gracia y Justicia; al presidente de la Audiencia de Madrid; a Juan de la Cierva y a José Contreras, gobernador de Murcia por el interés puesto en la pronta devolución de la pieza.
Los documentos del Concejo hoy custodiados en el Almudí, en su conjunto, sufrieron a través de los siglos no pocas vicisitudes. Primero estuvieron en el desaparecido edificio del Contraste. Durante la invasión napoleónica se trasladaron en parte a Alicante. Y en la Guerra Civil se guardaron en Santo Domingo. A todo sobrevivieron.
Tan antiguos papeles eran considerados casi como textos sagrados. En ello les iba a los murcianos demostrar sus derechos llegado el caso. De hecho, se guardaban en la llamada «arca de los privilegios». Para acceder a ellos debían reunirse el corregidor, el mayordomo y el regidor más antiguo, los cuales tenían cada uno una llave de la dependencia. También se salvó de su destrucción el ‘Libro de los privilegios’ que atesora todos los concedidos por los reyes desde Alfonso X a Felipe III. Una joya.
Otro de los ejemplares de ida y vuelta fue el ‘Fuero Juzgo’, códice que en 1288 llegó a Murcia. Era una copia del compendio de leyes visigóticas bajo las que se organiza el territorio murciano. Y no cualquier copia. Los expertos coinciden en señalar que hoy es la mejor conservada de las que existen en España. Tanto era así que en 1751 el rey Fernando VI ordenó que se enviara a la Catedral de Toledo para una exposición. Y nunca más retornó.
Gracias a Tornel
La Real Academia Española, conscientes sus miembros de que la copia murciana era la más completa, medió ante el conde de Floridablanca para que se la cediera con objeto de editar una edición. Y, claro, lo que pasa con los libros cedidos. Allí se quedó. Hasta que Martínez Tornel, de nuevo, le exigió al alcalde de la ciudad en 1877 que la reclamara.
La odisea para recuperarlo, en realidad, comenzó en 1833, cuando el Consistorio solicitó su regreso. Lo mismo que haría Martínez Tornel en 1903. Y no se haría efectiva hasta el 10 de noviembre de 1916.
A Tornel también le debe Murcia que al morir Rafael Almazán, director y propietario del espléndido diario ‘La Paz’, toda la colección fuera donada al archivo municipal en el año 1915. Generaciones de investigadores de la época se lo agradecerán por siempre.
Tornel ya había donado la colección de ‘El Diario de Murcia’, el más célebre rotativo de todos los tiempos hasta la aparición de ‘La Verdad’. Otra gesto que lo honrará mientras haya murcianos agradecidos a quienes supieron conservar la historia.
Fuente: https://www.laverdad.es/