POR BIZÉN D’O RÍO MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE LA HOYA DE HUESCA
La invocación de la Madre de Dios de la Soledad, ha estado vinculada a la ciudad de Huesca por medio de la Orden de las Merced, y con su Colegio, a la Universidad Sertoriana desde el siglo XVI, si bien, en la primitiva iglesia de la Orden, su capilla mayor estaba dedicada a la Madre de Dios de la Merced, y bajo su advocación fue fundada una cofradía en 1256 por el Rey Jaime I que sería restaurada posteriormente el día de la Virgen de agosto del año 1599 incrementándose el número de sus cofrades, quienes como instituto velaban por la formación religiosa y la celebración de todas las festividades de nuestra Señora con toda solemnidad, y en cumplimiento de sus Estatutos, llevaban a hombros los cuerpos de los difuntos a darles sepultura vestidos con túnicas blancas. Sería fray Felipe de Guimerá, como General de la Orden, quien concedía a los cofrades entrantes 40 días de indulgencia, en virtud del indulto apostólico concedido el 14 de abril de 1606 por su Santidad Paulo V.
En la iglesia de este colegio anexionado a la Universidad Sertoriana, existió una
una de las cofradías más numerosas de la ciudad, siendo el Papa Pio IV, quien la agregó a la Soledad de los frailes menores que por nombre se llamaban conventuales de Roma, para que gozaran sus cofrades de las mismas indulgencias por medio de su bula “Apud Sanctum Petrum sub annulo Piscatori”, el 16 de noviembre de 1564. Por otra parte, a instancia de D. Pedro Ximenez procurador de esta Cofradía se pidió al Pontífice que fuera agregada a la de los “Doce Apóstoles”. Concediéndose por Sixto el 11 de mayo de 1587 sus indulgencias “ad perpetuum”.
- Pedro de Urriés, doctor y Catedrático de la Universidad a petición del Maestro Rector de La Merced, fray Tomás Vázquez, suplicó a su Santidad Paulo V que convirtiera en Privilegiada la capilla de La Soledad de este Colegio, y así lo hizo el Pontífice, pero no sólo para los religiosos, sino también para los clérigos, por su breve dado en Roma “Apud Sanctum Marcum”el en 1607. Con estos privilegios y por la devoción de los oscenses y colegiales de la Merced, y de los otros colegios de la Universidad, volvió esta Hermandad a tener un nuevo auge, de tal forma, que D. Martín de Cleriguech de Cáncer, Obispo de Huesca, aprobó unas nuevas constituciones el 20 de abril de 1587.
Tomando el “Memorial” del Doctor Novella, nos dice que desde antiguo salía del Colegio de La Merced, la procesión de La Soledad el día de Viernes Santo, y así lo aseguraba igualmente el Padre Ramón de Huesca y según se deduce hacían un recorrido hasta la Catedral, volviendo luego al templo del Colegio en ordenada procesión con varios pasos, entre los que figuraba el Cristo crucificado y el de Ntra Señora de La Soledad. A su vez, del Convento Colegio de Carmelitas Calzados de Nuestra Señora del Carmen, acudían a la Universidad, tanto para enseñar, como para ser enseñados. numerosos varones destacando en sus cátedras de Theología y Artes. Esta Orden tenía en su iglesia una capilla de la Santa Vera Cruz, a cuya invocación se fundó en enero de 1587 una cofradía, la cual, fue agregada a la del Santo Crucifico de la Iglesia de San Marcelo de Roma. Celebraban una procesión, el día de Jueves Santo, saliendo con la Santa Cruz y algunos pasos de la Pasión de Christo, todo ello tras el canto de un Miserere.
Años después, se estableció el hacer la procesión del “Entierro de Christo” el mismo viernes, organizada por los Agustinos Calzados de San Agustín, que en su convento, fundado por el maestro Fray Pedro de Viana, Doctor en varios Derechos de nuestra Universidad, y situado extramuros, “In Foris” estaba fundada una cofradía muy numerosa bajo la advocación de Nuestra Señora de la Piedad, instituida en 1612 y que salió a procesionar el día de Viernes Santo, por lo que se convino en 1619 que los cofrades de los Colegios de La Merced y del Cármen, alternarían la procesión respectiva en los años siguientes, si bien, la que estuviera en turno y no quisiera salir, podría hacerlo la otra.
- Vicente Novella advierte que el silencio guardado por el historiador de Huesca, Francisco Diego de Aynsa en cuanto a la procesión del Santo Entierro, le persuade con evidencia de que es posterior al tiempo en que se escribió la historia de la Seo Oscense, es decir, 1619, hablándose con anterioridad a esta fecha de todas las procesiones de la Semana Santa, que eran: La Soledad, El Vía Crucis y La Vera Cruz, claro está, que según la Providencia del Rey Carlos III, debían de observar: ”Que todas las procesiones de la Semana Santa se hagan de modo que no hayan de concluirse de noche”.
FUENTE: EL CRONISTA
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