POR CARMEN RUIZ-TILVE, CRONISTA OFICIAL DE OVIEDO
Cuando los comensales se ven ante un plato de potaje de garbanzos con bacalao y espinacas, sabedores de que esperan los callos y el arroz con leche con requemao, nadie se acuerda del origen de la celebración y los comentarios no suelen pasar por la historia incomprobable y la leyenda recreada, con la evidencia de que pitanza como ésta para muchos soldados famientos y destemplados hace un siglo largo no es creíble, y hace cincuenta años que empezó el Desarme en Oviedo a celebrarse fuera de casa, como prolongación de algunas tertulias de hombres, cuando todavía las mujeres estaban, en general, con la pata quebrada al borde del fogón, cuando las primeras hornadas de universitarias tomábamos un pincho de tortilla en Casa Lito o en el Mesón del Labrador. Esta moda creciente del menú completo de Desarme tardó y ya es imparable y exportable.
En Oviedo hubo para esa fiesta gastronómica mañana soleada y bulliciosa, con la cofradía, ya en segundo año, vistiendo su gracioso delantal y portando cucharón, acompañada del resto de las cofradías gastronómicas de Asturias, todos engalanados. Ese desfile por el centro de Oviedo metía en ganas de comer el menú a cualquiera, y así fue, con todos los restaurantes de bote en bote ahora que estamos convertidos en reyes de la buena mesa. Que dure.
Semana grande
El calendario se parte de muchas maneras y una tiene su bisagra a últimos de octubre, con la celebración de la entrega de los premios «Príncipe de Asturias». Este año debió haber una tácita consigna, porque estuvieron en Oviedo muchísimas personas de los grandes corrillos, de ésas que parecen sacadas de las páginas de «¡Hola!», nuestro Gotha nacional. Se cruzan por la calle caras conocidas que uno a veces no sabe dónde colocar, si en el Consejo de Ministros o en un desfile de modelos, porque también este año el despliegue de moda se redobló.
El centro de ese espectáculo está en el trajín del vestíbulo del Reconquista en la mañana del viernes, la «crème de la crème». Se debió quemar más de un puchero porque mucha gente se pasó la mañana delante de la hermosa fachada del palacio y a nadie se le pasó por el recuerdo el hecho de que aquello fue hecho, tan hermoso, para hospicio, en un siglo XVIII en el que en Asturias había mucha pobreza y miseria, de la que todavía no hemos logrado deshacernos del todo. Pero no es cosa de amargar el canapé a alguna de las mil y muchas personas que, anochecido, se reunieron en los salones del hotel. Todo muy brillante. Lástima el mal talante de los guardaespaldas, que, como cadena humana, rodeaban al Príncipe, como si el pueblo llano se lo fuera a comer, que no es eso?
La Escandalera cobró el verdadero sentido de su nombre, otra vez, con las manifestaciones, sonido y color, que allí esperaban el paso de la comitiva.
Muy bien la apertura de los premios en reuniones divulgativas que se repartieron por varias localidades de Asturias, multiplicando los saberes de cada cual. Como cada uno tiene su corazoncito, disfruté mucho con toda la mucha gente que llenó el teatro del palacio, por llamarlo de alguna manera, de Calatrava. Lleno total para escuchar a Antonio Muñoz Molina, que, como todos los buenos, es sencillo, lo mismo que su esposa, Elvira Lindo. Gracias.
Conferencias de otoño
El otoño es tiempo propicio para reanudar las costumbres de las tardes largas y oscuras, que en Oviedo tienen la fortuna de contar con muchos recursos para todos los gustos. Desde hace 11 años se celebran cada octubre unas conferencias que recuperan las que, bajo el mismo auspicio de la Sociedad Ovetense de Festejos (SOF), se realizaban hace medio siglo.
Este año intervino el 8 de octubre José Luis García Martín, que habló de poesía en Oviedo en un minucioso y vivaz repaso que puso en evidencia la riqueza lírica de esta tierra, patria, entre otros, de Ángel González y Víctor Botas.
El martes 15 de octubre, José Galán Arias, en un alarde de memoria y buen talante, nos contó lo que sabíamos y no sabíamos de esta ciudad, de la vida en la calle de un Oviedo siempre igual y siempre nuevo. El 22 de octubre, también en martes, el profesor de Botánica de la Universidad Tomás Emilio Díaz nos subió al Naranco con la imaginación para contarnos cosas de su vegetación, de su belleza y sus desventuras verdes.
Por fin, el 29 de octubre, fue Consuelo Vallina, artista polifacética, quien repasó para nosotros los comienzos de los estudios de Arte en Oviedo, con la compañía de otro artista de los nuestros, compañero suyo, el pintor Manolo Linares. Gracias a todos por su generosidad y conocimientos. Todos seguimos aprendiendo y disfrutando.
Memento
Cada vez tengo más amigos al otro lado del espejo. Esta vez echo de menos al escritor Víctor Alperi, hombre de gran sensibilidad literaria, que nos deja novelas, libros de viajes y de gastronomía y otras muchas piezas, entre las que yo me quedo en este momento de emoción con un libro pequeño y juvenil, que él me regaló, ya agotado, fotocopiado y rústicamente encuadernado por él mismo. Es un recorrido por Oviedo, medio histórico, medio poético, medio onírico. Gracias, Víctor.
Fuente: http://www.lne.es/