POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Fue un 10 de noviembre de 1438 cuando el Papa Eugenio IV concedió, mediante Bula, a la diócesis ovetense el privilegio de gozar de INDULGENCIA PLENARIA a todos los fieles devotos, peregrinos y romeros, que cada 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, visitasen la Iglesia Catedral de San Salvador, confesaran, comulgaran y contribuyeran con alguna limosna a la construcción de la Catedral.
Regía la diócesis el obispo don Diego Ramírez de Guzmán (D. Diego II).
Así nos lo cuenta don Ramón Prieto Pazos (1857-1933) en un precioso artículo publicado en «El Carbayón» en 1889.
«Como el galileo evangelista, abandonando su telonio, acudió presuroso al llamamiento de Cristo, así también los fieles acuden hoy a ganar la plenaria, tan luego les llaman las vistosas banderolas que, en las agujas de la Basílica flamean alborozadas anunciando el jubileo de la Santa Cruz…
Esa torre gallarda, esbelta, atrevida, que parece una labor de encaje hecha en el aire por manos invisibles; esa delicada crestería encanto del arqueólogo; esos acabados boceles y esas ventanas ojivales de gracioso corte y artística belleza, no pueden menos de subyugar a cuantos convierten los ojos hacia tantos primores…».
«El jubileo» -sigue escribiendo don Ramón Prieto- «es la principal fiesta, la fiesta sublime del alma, que no admite parangón con ninguna profana: y hoy como ayer, ante el comulgatorio de Nuestra Señora de la Luz, se hinca un gentío inmenso que persevera en la fe y da una prueba irrebatible de que la santa tradición, arraigada en suelo asturiano, prevalece incólume…».
Oviedo, un año más, está de Indulgencia. De «Perdonanza», como dicen los ovetenses y decimos todos los asturianos.
A Oviedo iremos a pedir gracia y perdón y yo, muy especialmente, a rogar al Espíritu que ilumine con su luz a nuestra Jerarquía para que tenga el acierto de ser «siervo de los siervos de Dios».