POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Los restos del escultor Francisco Salzillo, con las hemerotecas en la mano, nunca estuvieron perdidos. De hecho, solo tres meses después de que acabara la Guerra Civil, LA VERDAD anunciaba en exclusiva que, pese a la profanación del convento que los custodiaba, se habían salvado.