POR PEPE MONTESERÍN CORRALES, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS).
Muchos escritores presumen de haber agotado la edición de su novela por el boca a boca, en referencia a que se divulgó entre gente de la calle. Cierto que el beso es una forma de diálogo y que es el único idioma universal, pero en este caso deberíamos hablar del boca a oreja, aún tratándose de una novela de mucho amor. El boca a boca exigiría tumbar a cada persona, inclinarle la cabeza hacia atrás, tirarle de la barbilla hacia arriba, taparle la nariz, sellar nuestros labios con los suyos para expirar en ella nuestro hálito y, finalmente, recomendarle un libro trazando letras en su paladar con la punta de nuestra lengua, y eso se me antoja agotador. Mejor sería decir que las excelencias (sospechosas) de su prosa “corrieron de boca en boca”.