POR MIGUEL ROMERO SÁIZ, CRONISTA OFICIAL DE CUENCA, VILLAR DE DOMINGO GACÍA Y CAÑETE (CUENCA)
En el 2018, la Unión Europea recomendaba atender a las competencias clave del aprendizaje permanente dentro del sistema educativo. Era, sin duda, la condición indispensable para que el individuo alcance la formación integral como ese pleno desarrollo personal, social y profesional que se ajuste a las demandas de un mundo globalizado, tecnológico y cambiante y haga posible el desarrollo económico de la sociedad en la que vivimos, sociedad totalmente vinculada al conocimiento.
Por tanto, las competencias –palabra de moda en el identitario educativo actual- es una combinación de conocimientos, habilidades, capacidades y actitudes conceptualizándose en ese aprendizaje permanente desde la infancia hasta la vida adulta que se aplicará a una diversidad de contextos académicos, sociales y profesionales.
Y en esa diversidad el aprendizaje basado en competencias –palabra de moda- se caracterizará por la transversalidad, su dinamismo y carácter integral.
Y ahí quería yo llegar. A lo largo de este jueves y viernes, el INTEF (Instituto Nacional de tecnologías educativas y de formación del profesorado) está organizando en las instalaciones de la Universidad de Castilla La Mancha, el Congreso educativo o Jornadas Nacionales sobre el modelo curricular, competencial e inclusivo, sobre las competencias como base del binomio enseñanza-aprendizaje, un encuentro nacional donde más de quinientos profesionales de la educación en todos los diferentes ámbitos: profesorado de todas las etapas educativas, orientadores, gestores educativos, inspectores, formadores, técnicos administrativos, se han dado cita para escuchar los nuevos cambios que la LOMLOE, como nueva Ley educativa impone en ese reto de hacer mucho más práctica la educación como medio de aprendizaje, evitando esa conceptualización excesivamente teórica que nunca llegaba a cumplir los objetivos de adaptación y formación del individuo al sistema social competente. Faltaba ese mayor apoyo dimensional a la práctica que ahora proporcionan las competencias como clave en su consecución.
Me considero un docente hasta el final de mis días. Uno, como es mi caso, en mi dilatada vida profesional, he tenido la posibilidad de estar ejerciendo la labor de enseñanza en Primaria, Secundaria Obligatoria, Bachillerato, Formación Profesional, Inspección Educativa y Universidad; incluso, ejerciendo cargos directivos en Primaria y Secundaria, si cabe, dando vida a la llamada Educación de Adultos con participación directa en su Libro Blanco o como Profesor en la llamada Universidad de Mayores, y me he podido dar perfecta cuenta, de que la persona no deja de aprender a lo largo de toda su vida. Ese es el ideario de la llamada formación integral del individuo, y por eso, en esa diversidad del aprendizaje están las competencias como la principal arma de consecución de objetivos totales.
Escuché con atención la extraordinaria disertación que mi paisano y amigo, Lucio Calleja Bachiller –Subdirector General de Ordenación Académica del Ministerio de Educación- realizó en la presentación y marco de las Jornadas citadas, inyectando al numeroso auditorio presente una dosis de positividad en esa dura lucha por entender las exigencias que esta nueva sociedad propone buscando un mejor camino en el reto educativo, y escuchándole, me di cuenta del valor que las competencias deben de ejercer para modificar hábitos y actitudes en un proceso que lleva mucho tiempo necesitado de reforma, de cambio, de atención exclusiva, de adaptación a una sociedad cuyos valores han de ser evaluados para incrementar las modificaciones actitudinales necesarias, adaptadas como es lógico a los nuevos cambios sociales.
El valor en las nuevas Programaciones Didácticas donde el desarrollo sostenible, la evaluación por competencias, el fomento a la lectura, las competencias digitales, la dimensión ecosocial en el currículo, el pensamiento computacional y una serie de variables que han de generar el objetivo final.
Y observé como los docentes allí presentes, en cada Taller o en cada Ponencia, asumían el riesgo de ese nuevo enfoque, obviando la imposición que en sí puede llevar una Ley, en su entendimiento y sobre todo, en su aplicación. Creo que todos somos conscientes, o yo por lo menos lo soy, de que esta sociedad actual ha cambiado en sus parámetros de incardinación de valores, necesidades, propuestas y vida, y ese gran cambio exige nuevos retos de adecuación del paradigma educativo; por eso, ahí deben de estar los docentes como el elemento fundamental, pero deben de estar en el marco de la asunción de lo que se les propone –si comprenden perfectamente el porqué-, ya que la administración debe de aplicar las estrategias necesarias para ello una vez estudiadas las exigencias de esa nueva sociedad, aplicar los mecanismos adecuados.
Las estadísticas y las prospecciones investigativas de los expertos nos anuncian que en el 2030, aproximadamente, el 40 % de las profesiones actuales habrán cambiado o habrán desaparecido, y en su lugar, estarán otras nuevas, diferentes, ajustadas a las demandas o necesidades a cubrir, por eso el individuo en su formación –desde la misma educación infantil- debe adecuar esas nuevas competencias y su evaluación a esos cambios y es ahí, donde la Ley debe estar, debe ejercer mecanismos, establecer parámetros, ordenar y formar activos educativos y así conseguir que el proceso enseñanza-aprendizaje consiga el éxito final.
Enhorabuena por estas Jornadas, a sus impulsores, a sus organizadores, a las Instituciones colaboradoras, y especialmente, al docente en toda su dimensión –profesor, orientador, inspector, administrativo, ejecutivo, directivo o legislador- porque en ellos está el futuro de nuestra sociedad.
FUENTE: https://www.liberaldecastilla.com/competencias-un-nuevo-enfoque-educativo