POR ÓSCAR GONZALEZ AZUELA, CRONISTA DE LAGOS DE MORENO (MÉXICO)
Mon seigneur:
Saludo a usted desde el sencillo panteón en el que reposo, cerca del Día de los Muertos que tan bien saben festejar en Mejicou; habiendo sido tan poderoso como tenebroso, le confieso monsieur que, estando próximo al bicentenario de mi muerte ocurrida en diciembre de 1820, me impresiona ver sus pasos sobre mis propias huellas a manera de pupilo, todo en su justa medida, por supuesto -no es lo mismo servir a El Corso que a El Peje.
Mi credo de siempre: no estar atado a nada ni a nadie, con las manos libres para la estocada segura, casi siempre por la espalda.
Fui muy persignado aunque ajeno a cualquier voto monástico; por mis excesos luego fui conocido como “El carnicero de Lyon” -no se me confunda con la Provence de Guanajuaté, aunque ya para mí: “la vida no vale nada”.
Me transformé sirviendo por igual al Directorio que al Consulado, a la República y al Imperio para volver con el mismo ahínco a la Monarquía, contando siempre con un resquicio de retirada en tiempo y forma, callado y en medio de las sombras, asegurando así mi propia supervivencia.
Así usted, sin encargos mayores: como ujier tricolor de monsieur Colosio; tornó su blouson a azul -chaqueteó pues- para servir bajo el mismo cargo a Vincent Fox, a sabiendas de que lo importante era seguir husmeando para transformar los secretos en parque canjeable por salvoconducto dentro del grupo de mercenarios que catafixiaron -verbo muy afrancesado- principios por chamba. Del amarillo y negro, los colores mezclados en la cubeta del trapeadero político, tornaron en un ocre Moreno, aunque usted por separado acompleta un arcoiris con el que bien pudiera mandar a confeccionar un sagapí de Saltillo.
La falta de personalidad yo no la veo como un defecto sino como la virtud del camaleón, animal de sangre fría, incapaz de sonreír, lo que es mejor que los festejos de su patron, personaje digno de clinique psychiatrique, quien torpemente anuncia cifras mortales en medio de siniestras carcajadas mañaneras.
No se entregue mon cheri, ahora que sale para Sonora, en donde también se recuerda al otro Durazo; siga en plan de poisson avec du savon -como mojarra enjabonada pues-, dejando una puerta abierta, dado que no es segura su victoria; puede que mañana deba regresar al Révolutionnarie o al mismo Pain, qui le sait -quién lo sabe-.
Con pluma y puñal siga usted sigiloso, firmando promesas mientras avanza sobre ese camino sembrado de cadáveres no tanto por su acción sino merced a sus omisiones que también cuentan; siempre segundón, en el lugar que les corresponde a quienes no dan para más.
Recuerde, memorice -aunque no lo cumpla-, en caso de que se ofrezca: ¡Liberté, Égalité, Fraternité! Fouché
Fuente: https://www.facebook.com/oscar.gonzalezazuela