POR OSCAR GONZÁLEZ AZUELA, CRONISTA DE LAGOS DE MORELOS (MÉXICO).
DE: CARLOS, REY EMPERADOR
PARA: DON ANDRÉS DE MACUSPANA
Don Carlos, por la gracia del verdadero Dios que creó el cielo y la tierra, etc.
Señor mío, no puedo negar que estuve acostumbrado a un trato de mayor ceremonial y protocolo que el que me ha endilgado usted esta mañana, recibiendo las acusaciones de su parte, enchamarrado, desgarbado y con las manos en las bolsas, pero vamos a los hechos…
Me entero que porfía Vuestra Eminencia -es cargo, no adjetivo-, en cuanto a la vulneración de los derechos individuales y colectivos en contra del pueblo mexicano durante hechos acaecidos hace cinco siglos, inluido el asesinato de Cuauhtémoc.
Que enumerará crímenes habidos durante la conquista, nos los hará saber así como al mundo entero, solicitando nuestro ofrecimiento de perdón a los pueblos originarios.
También por la implementación de la esclavitud y la lengua española, aunque no pide resarcimiento del daño en pecunario, ni procederá legalmente contra nosotros.
Bueno, pero ¿qué os habéis fumao? O como dijo José Alfredo y hoy dicen en el barrio: No mamenaces.
Os aclaro que la conquista fue una alianza de los expedicionarios europeos con bastantes pueblos que se rebelaron en contra del trato y tributos impuestos por México – Tenochtitlan; se sabe que si alguien fue cruel con los conquistados fueron nuestros aliados indígenas -especialmente los tlaxcaltecas-, siendo Cuauhtémoc su último tlatoani, no mandatario, título que usted le ha dado; os suplico no lo vayais a concebir como una efigie con la banda cruzada al pecho, por favor.
Anuncia que nos acusará de aquellos crímenes si no nos sometemos a su voluntad. Señor, la Fiscalía General de la República no puede influir en materia de historia. El perdón que exige debemos ofrecerlo a los pueblos originarios, o sea, ¿solamente a los olmecas?
Mi abuela Isabel en su testamento dejó establecida la protección a los indígenas que fue violentada, es cierto, por los conquistadores, pero por escrito estaba prohibida la esclavitud, no así en la corona portuguesa.
Se queja usted de que implementamos la lengua española – más bien castellana-. No entiendo por qué nos escribe su carta en ese mismo idioma, aunque visto está, no lo domina.
Que nunca pisamos la Nueva España… sabrá que por primera vez la visitó Juan Carlos a invitación de López Portillo, en los tiempos en que usted era priísta, ¿sí recuerda?
Mire majestá, se la pondré más fácil; amenace usted a quienes están más cerca de manera espacial y temporal: ¡Sí, a sus vecinos del norte! Ármese usted de valor, tiene mucha frontera con ellos para poderlos invadir, para reclamarles el trato que han dado a México históricamente, crímenes al por mayor hasta el día de hoy, el pago justo o restitución de los territorios que les robaron, el maltrato laboral y muchos otros delitos vigentes que serán más fáciles de probar.
Por lo pronto, os suplico deje de estarme invocando, menos aún en la temprana mañana; por acá hace bastante frío y no gusto de destaparme, pues acabo destapándole a usted también, como ya lo estará sintiendo.
Dios salve a México… de usted:
Carlos, Rey Emperador