POR OSCAR GONZÁLEZ AZUELA, CRONISTA DE LAGOS DE MORENO (MËXICO).
DE LA LLORONA PARA ALITO
¡Ay Alitoooo!, vaya este dolorido lamento, desde las lejanías del inframundo en donde moro, luego de mi enamoramiento terrenal y de haber dado muerte a mis hijos y de hacer perder todo lo que les pertenecía; vago triste cerca de aquel puente de Alvarado al que la doctora Cheinban, -otra representación cadavérica-, acaba de cambiar de nombre; el caso es que al día de hoy, mientras ella de día reparte falsas sonrisas, yo por las noches me lamento y muchos más se lamentan a toda hora.
Enamorada y apasionada me entregué a un hombre creyendo que el fruto de aquellos amores, mis hijos, me darían la redención ante él y el mundo. Mas hete aquí que alguien le fue con el chisme de mis anteriores amores a mi celoso señor, mostrando como prueba de mi traición algún maxtlatl o bragas que algún día debí haber dejado junto a mis cacles; algo así como lo que te ha sucedido con Layda, la Mictlantecutli de los labios carnudos y el nalgatorio abultado, dando principio a fenomenales rumores.
¡Aaaay Alitooo!, el chisme de mis supuestas traiciones hizo que, en la locura de mi arrepentimiento, decidiera dar muerte a mis sueños cargando de pasada con mis pequeños izcuintles, por lo que hasta el día de hoy, en castigo y cargo de conciencia, vago hasta altas horas de la noche cerca del edificio del algún día invencible partido desde donde crees representar la esperanza de nuestro pueblo y el supuesto regreso al poder, sin la menor muestra de dignidad.
Ay Alito, ya sin tanto drama, te invito a despegar el noble culi del equipal en que lo asientas y partir de regreso a la costa de Potonchán, de donde nunca debiste haber venido, con rumbo al oriente, como lo hizo algún día el venerable Quetzalcoatl; ¡entiende cuacuauhtentzone -cabr#n-!
Ya pasada la ingenua embriaguez de poder de que fuiste víctima, te darás cuenta de que la Triple Alianza se tambalea dados tus desvaríos y presencia que más que suma, ya mucho resta. Te invito a que despiertes y dejes de proyectar esa sonrisa catatónica que ya se ve reflejada en el espejo negro de Tezcatlipoca. ¡Aaaaaaaay Alitooooo!