POR ÓSCAR GONZÁLEZ AZUELA, CRONISTA OFICIAL DE LAGOS DE MORENO (MÉXICO).
DE: TOMÁS MORO
PARA: LORENZO CÓRDOVA
Master Córdova; escribo a usted desde el más allá, a sabiendas de que se encuentra usted como san Lorenzo -su tocayo-, a punto de ser cocinado en parrilla de carbón por su intransigencia y negativa a doblar la rodilla ante el poderoso, hoy transfigurado en dios entre tanto idiota, mismo que manda a su séquito a vociferar ante quien no se pliega a sus deseos y ocurrencias.
Sepa usted que pasé por la misma situación, aunque a mí en ello sí me fue la vida. Serví al rey Enrique VIII de manera institucional de acuerdo con mi propia conciencia, misma que se convierte en estorbo cuando el gobernante hace de su majestad un monstruo al tiempo que se rodea por los incondicionales que impiden pensar a quien ya de por sí es ignorante.
Ocurre entonces una especie de bloqueo mental en el poderoso que hace convertir al libre pensador en su enemigo, ante quien acometerá por todos los medios a su alcance hasta verle sometido, ridiculizado y aparentemente derrotado.
Le advierto que el sentido de sus votos a partir de ahora será intrascendente dado que ya ha sido estigmatizado; las huestes vociferantes le perseguirán más allá de su encargo, lo que es gran carga para el presente aunque también luz y respiro cuando esta pesadilla termine.
El insaciable apetito del monarca, alimentado y fortalecido por la cobardía y mediocridad de sus anteriores pares, le han hecho trepar a un pedestal desde donde defenderá su posición y mesianismo a costa de todo y de todos, siempre arropado por lacras de tipo de los Macedonios, Delgados, Noroñas o gente por el estilo que, toda proporción guardada, desempeñarán el papel que el canciller Cromwell tuvo hacia mí.
Cuando el carácter soberbio, traidor, resentido, voraz, terco, fanático y acomplejado -nunca tonto- se mezclan en una sola persona, todo apunta hacia el mesianismo que ya le comenté, mismo que sufrió mi amigo Enrique y que acabó costándome la vida, pero también -y no sé si para bien-, el ser considerado el santo patrono de políticos y gobernantes.
Se ha amenazado con llevar a la turba a las puertas de su casa -algo que sería inconcebible en un estado de derecho- si es que no falla usted en determinado sentido.
Le recuerdo que, en mi caso, sufrí persecución, cárcel y muerte por evitar dar razón en todo al monarca, por la defensa de instituciones que consideré mantener por encima de sus calenturas, por cambiarle comas y hasta puntos a sus reales caprichos convertidos en decretos, con los que armó procesos, encarceló y ordenó sentencias hasta en contra de sus más cercanos.
Aunque considero más agradable lidiar con el fantasma desnudo de Ana Bolena que hacerlo con el de Salgado Macedonio -quien ayer ya le llamó «cabroncito»-, espero cuente usted con las testosteronas suficientes para que no le tiemble el pulso ni la voz a la hora de la mera verdad y al grito de ¡Viva Mecsicou cabrounes! vote de acuerdo con su conciencia. Sépase arropado por este, su amigo: Friendly: Moro
FUENTE https://www.facebook.com/oscar.gonzalezazuela/posts/2578364015642768
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