POR OSCAR GONZÁLEZ AZUELA, CRONISTA OFICIAL DE LAGOS DE MORENO (MÉXICO).
De Diego Armando para: David
Amigo David: fui despierto por los gritos celestiales que coreaban “mano, mano…” y resulta que no se hablaba de ningún juego de pelota; che pibe, ¿pero en qué estabas pensando?; mirá que meter la mano en una acción sabiendo que ya vas amonestado, pero si parecés nuevo.
Ya imagino como te pondrá en los vestidores el responsable de meterte en esa alineación arriesgando nombre y capital político para que hagás esa burda y corriente acción infantil, y lo peor: ¡a media cancha!
Recordás que metí mano también y me inmortalicé con brinco, habilidad y frase en el gol al que llamé “la mano de Dios”; ahora tu acción será inmortalizada también y repetida una y otra vez en el “Video Assistant Referee” conocido como el VAR, y te lo aclaro, macanudo -no es coqueteo -, porque sos capaz de confundirlo con el BAR e irte a festejar de manera anticipada.
Te sentís como el jibarito, loco de contento, repartiendo sonrisas sin ton ni son, viendo la popularidad de que gozás y no entendés que es a tu hermano a quien se le reconoce; sí, el mismo que ya te ha increpado en llamada telefónica interceptada hace unos años, quien te reprendió por boludo -entiéndelo como flojo y tonto-.
En vez de decir a tu cercana amiga: “tuya, mía, tenla, ¡te la presto!”, ahora te salió un tirititito; ya veremos que decide la hinchada, si se pone de tu lado o se te queda mero en medio pibe; por lo pronto la afectada declaró: “Acabo de ver un video circular en las redes sociales, en donde se daña mi integridad… no voy a permitir que me utilicen”; pero no sufras Che David, ¡hablaba en defensa tuya!
Aunque se abogue por lo indefendible, queda claro que ahora estás en riesgo de volver a Fresnillo con la frente marchita y las nieves del tiempo plateando tu sien. No pasa nada, a mí también me volvieron a contratar a pesar de mi incapacidad para moverme en el terreno, por mi solo apellido, porque sabés, como dicen por allá: “no tiene la culpa el indio, sino quien le hace compadre. ¡Suerte, Manotas! Diego Armando