Señor Malinche, hace ya cinco siglos que caía mi ciudad, la que defendí hasta lo último de mis fuerzas, siendo llevado por la fuerza ante un personaje harto hipócrita y falso, como usted, venía de oriente. Le pedí me diera muerte en el acto a fin de caer en sacrificio, mas se negó multiplicando mis penas al tenerme humillado, secuestrado y torturado para victimarme finalmente cuando así convino a sus intereses durante su expedición hacia Las Hibueras.
Fui seguido por mi pueblo de Tlatelolco, en lo que hoy es Peralvillo, La Lagunilla y Tepito, barrios bravos como el que más, habitados por nacos; fuimos los últimos en caer, siempre peleando con fiereza y gallardía hasta el final.
Voy al grano: el motivo de este comunicado es porque hoy en la mañana se colgaba de la calidad de naco, al afirmar: “somo naco, ehtamo de moda.” Bien, déjeme hacerle algunas aclaraciones, con todo respeto.
Para ser naco hay que ser antes que nada, de una sola pieza para con el barrio; valiente y congruente, porque si no, el mismo barrio pronto se la cobra.
Un naco tiene palabra, lo que dice con los bigotes, aunque escurran de una jícara de aguamiel, lo sostiene con los tanates portadores de tortilla. Como naco se debe pertenencia a algún barrio, de lo que usted carece; en el calpulli sabemos que no hay peor fifí que uno que se da aires de naco cuando le conviene haciendo inaplicable la ley para sus propios intereses familiares o de clan.
Los nacos de Tlatelolco fuimos nuevamente victimados un dos de octubre, nos dimos la mano y muchos estuvimos presos en Lecumberri; nuestras manos movieron escombros y desenterraron a muertos y vivos un 19 de septiembre, todo lo anterior cuando usted era orgullosamente priísta, está documentado.
Cuando mi tío Moctezuma Xocoyotzin fue alcanzado por una pedrada, hablaba valientemente frente a una multitud enardecida; jamás se hubiera protegido bajo el huipil de alguna de sus concubinas o tras altas vallas, nunca antes vistas en nuestra plaza, la que fue también insultada con una réplica de pirámide de triplay hace un atado de meses ya.
No es usted el primer traidor que nos llega desde oriente, aparentando ser la mitificación liberadora de Quetzalcóatl, no; ya antes las huestes de Cempoala lo hicieron, contamos con esa experiencia y doloroso recuerdo, aunque nunca cayeron en el exceso de llegar a decir que eran nacos, se asumieron como totonacas que eran sabiendo que, cómo decirle, pues, hay niveles.
Regresando al barrio bravo de Tepito en donde reiné, le comento la respuesta de un boxeador originario del lugar, en entrevista dada a Paco Malgesto, quien le preguntaba sobre “quién era mejor boxeador, si el Ratón Macías o el Pajarito Moreno, a lo que el entrevistado, Luis Castillo respondió: “Mire Paquito, para mí que los dos son ojetes”.
Disculpe ya esta larga misiva que concluyo citando la misma entrevista, porque pa’mí que usted también lo es.
Guatemuz.