POR ALFONSO ROVIRA, CRONISTA OFICIAL DE ALZIRA (VALENCIA)
El director de un conjunto vocal o instrumental, es el que lleva la dirección o concierta a ambos reunidos. Cuando se trata de una banda militar, se llama Músico Mayor. Tratándose de música religiosa, Maestro de Capilla.
Antes del siglo XIX, los directores de teatro y de conciertos eran al mismo tiempo ejecutantes; tal es el caso del “Maestro de Címbalo” que realizaba el bajo cifrado y conducía la masa instrumental. Marcaban el inicio de las obras con un movimiento de cabeza o del arco si eran violinistas y llevaban el compás golpeando el suelo con el pie o el atril con el arco o una varita. Cuando el conjunto de ejecutantes fue mayor y la música sinfónica adquirió más desarrollo, los directores tuvieron que destacarse de la masa de ejecutantes, situarse en un lugar visible y adoptar la batuta para servirse exclusivamente de las manos. Otros llevan la dirección de memoria, al igual que los conciertos instrumentales y vocales.
Un buen director ha de poseer una cultura musical completísima, debiendo conocer a fondo la armonía y la instrumentación y haber asimilado el sentido de las obras que ha de dirigir, para poder comunicar a sus subordinados la estructura de las obras con sus matices y detalles.
Recordaremos a un músico extraordinario, ya desaparecido, Manuel Celdrán Gomáriz, que ejerció como director y pedagogo, en distintos lugares de España. En abril de 1999, hallándome en la Casa de Cultura de l’Alcúdia, en un homenaje que la banda de Veteranos de La Ribera del Xúquer dedicaba un homenaje a Ángel Asunción Rubio, presidente que fue más de un cuarto de siglo de la Federación Regional de Bandas Civiles, tuve el agradable encuentro con Manuel Celdrán, un viejo amigo de la infancia, director que fue de la Filarmónica Alcudiana, muy apreciado en este pueblo, al que dedicó once años de su vida.
Tal fue su vinculación a l’Alcudia, que obsequió a su institución musical con su colección de instrumentos antiguos para el museo que lleva el nombre de “Maestro Celdrán”.
Recuerdos inolvidables de la adolescencia desfilaron por mi mente en aquel casual encuentro. Manuel Celdrán, con su historial volvía otra vez a mi memoria. Llegó a Alzira con sus padres Manuel Celdrán Riquelme y Dolores Gomáriz en 1943; una familia numerosa que alcanzó el número de ocho hermanos. Prueba del buen recuerdo de su paso por Alzira, es el nombre que impusieron a una de sus hermanas, el tan alcireño de María Gracia, que con San Bernardo y su hermana María, son los patronos de esta ciudad. A
Manuel, su padre, un admirable pianista y buen técnico de este instrumento, le recordamos en sus actuaciones al piano en los estudios de Radio Alzira en el inicio de los años 40 del pasado siglo, cuando los sábados por la noche en el programa “Micrófono para todos, que presentaba Joaquín Sanchis, acompañaba a los actuantes, entre ellos a Mari Carmen Solves, Ana María León, Emma Carol y José María del Valle y Guillermo Palomar, entre otros artistas.
Manuel Celdrán hijo, a la edad de cinco años, comienza de la mano de su padre a aprender solfeo y piano en Alicante. A los 13 años inicia la carrera musical, cursando estudios en el Conservatorio de Murcia, donde se había trasladado su familia. Bajo la tutela de Ángel Larroca, Maestro de Capilla de la catedral murciana, aprende armonía. Continúa más tarde en Valencia con el fraile capuchino Honorato de Vinalesa. En el Conservatorio Superior de Música de Valencia, recibe clases del maestro de Alberic, Leopoldo Magenti y contrapunto y fuga con Enrique Gomá. Con Manuel Palau, composición e instrumentación y dirección de orquesta. Con tan buenos profesores y su inestimable capacidad, obtuvo por unanimidad el premio fin de carrera y premio extraordinario de composición “Joaquín Fenollosa”, en 1957.
Unos años antes, en 1952, comienza su labor como director, haciéndose cargo de la dirección de la banda de Genovés y tres años después, en 1955, recomendado por el maestro Palau, de la Filarmónica Alcudiana. En esta población de La Ribera, permanecería once años. El 1963 ingresa por oposición en el Cuerpo Nacional de Directores de bandas civiles, de primera categoría, siendo destinado a Miranda de Ebro (Burgos), para dirigir la Banda Municipal y el Orfeón Mirandés, donde dejaría un grato recuerdo. En 1975, por concurso de traslado pasa a dirigir la banda de Motril (Granada), donde permanece cuatro años, pasando en 1979 a dirigir la Banda de Almería, hasta que en 1992 le llega la jubilación.
En su fructífera vida musical compuso varias obras, de entre ellas destacaremos una anécdota ocurrida en Valencia en 1957 hallándose en Valencia el pianista José Iturbi, el maestro Manuel Palau le propuso incluir en el concierto a Santa Cecilia, una obra del Celdrán; se trataba de “Balada de la plaçeta”, con texto de Federico García Lorca, para orquesta, coro infantil y recitador. Discurrían los primeros días del mes de octubre, cuando el 14 les sorprendió la catastrófica riada y no pudo llevarse a cabo el concierto.
Otras composiciones fueron realizadas de la mano del maestro Celdrán, como “Dos canciones acompañadas”, que su hermano Pancracio escribió hace muchos años viviendo en Alzira.
Manuel Celdrán Gomáriz, un músico que convivió con los alcireños en aquellos difíciles años disfrutando y haciendo gala de su buen hacer en el divino arte de la música, que le acompañó siempre.